Capitulo XXXI

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-¿Hoy vienes a casa? -me preguntó Camile, mi prima, mientras su gemela escuchaba viendo algo en su móvil.

-Si termino de armar todo para el viaje, sí. Sino llegaré tarde -contesté yo.

Estábamos a lunes en la escuela sentadas en un banco, hablando luego de tantas semanas incomunicadas. Si bien íbamos a la misma escuela, cada una estábamos en nuestras vidas y solo hablábamos muy por arriba en las reuniones familiares.

Hoy por fin habíamos coincidido en el receso más largo y nos estábamos poniendo al día.

Ellas tenían un año más que yo, por lo tanto, tenían la misma edad que tres de mis novios, pero ellas todavía no sabían eso.

En parte mi objetivo era que lo sepan hoy así cuando sea el cumpleaños de mi padre e invite a la familia de los chicos, no sea una sorpresa para ellas.

Mis abuelos no sé cómo se lo tomarán...

-¿Qué te falta? -preguntó Cloe volviendo a la charla.

-Las cosas para bañarme, para dormir, materiales... -Me iba cuatro días y parecía que me iba a mudar.

En realidad, me iba el martes a la mañana y volvía el viernes a la tarde, así que eran tres días y un poco más, pero igual era bastante tiempo.

El viaje era organizado por la escuela y solo iban los de mi año, por lo tanto, no vería a los chicos durante esos días.

Y CUANTO DUELEEE.

Cuando les había contado a los chicos que la semana siguiente me iría, me dijeron que, a partir de ese día, debía verlos todos los días y querían despedirme mañana a la mañana.

Son cuatro días y ya están así. Si te vas un mes se mueren.

Mantuvimos algunos temas más en la charla hasta que nos quedamos sin contar y supe que era el momento. Sobre todo, cuando vi que uno de los chicos, Luis para ser más exacta, me había ubicado y sé que supo que no había desayunado ni estaba comiendo nada.

Intenté no mirarlo mientras él lo hacía y cuando se fue, lo vi buscando a los chicos.

O sea que tengo cinco minutos para explicarle a mis primas sobre mis nuevos vecinos y novios antes que vengan y me den algo para comer más un castigo.

Al final no me habían castigado el domingo porque nos quedamos viendo películas y cuando se fueron cuenta ya era tarde, pero todavía debía la anterior lista de castigos y ya tenía el culo sano.

Demonios, me harán papilla.

-Chicas, les debo contar algo, pero deben tener la mente abierta -empecé a hablar.

Sabía que ellas sabían lo que era el poliamor ya que habíamos hablado de algunos libros sobre ello.

-Si empezamos así me preocupas, Beth -dijo Cloe.

-¿Se acuerdan que hace algunos meses les dije que una familia se había mudado a unas casas de la mía? -Cuando asintieron, continué -Lo que no les llegué a contar es que esa familia no era... usual.

Tomé aire antes de seguir. Qué difícil es hacer esto.

-Tienen siete hijos. Ahora los nombres no son importantes, pero necesito que lo comprendan. Digamos que esos siete no son de la misma mujer...

-¿¡El papá es infiel!? -exclamó Camile y yo negué al instante.

-¡Joder, no! Tienen tres madres y un padre. Y entre ellos lo saben -agregué cuando vi que Cloe estaba a punto de deducir lo mismo o peor que Camile -. Son una relación poliamorosa. Viven así, todos son los padres de los chicos y los chicos son los hijos de los cuatro.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora