Epilogo

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Exhalé fuertemente cuando sentí el calor chocar contra mi piel.

Que vuelva el invierno. Me voy a desintegrar antes de que llegue.

Noté el cielo nublado todavía y sonreí.

Hoy lloverá.

Me acerqué al borde y los vi. En fila. Una familia grande transportando una de las últimas cajas.

La familia Giordano.

Se liberaron los que eran los padres y subieron a la camioneta, distribuyéndose en quienes irían de conductor y acompañante hacia el aeropuerto.

Tomé aire cuando quedaron solo los hermanos mayores. Se fueron descubriendo las caras y entrando al coche. Primero, fue el que tenía aire de chico tímido, con rulos e igual de alto que sus hermanos. Podía confirmar que era tímido hasta que tomaba confianza.

Luego de que se subiera a la camioneta, apareció uno bastante parecido al anterior, pero no igual. Llevaba sus lentes de descanso y ropa bastante holgada, la que usaba de pijama. Se corrió el flequillo crecido y entró al coche.

El siguiente, fue el que parecía una mezcla de los dos. No llevaba gafas y si se cuidaba el cabello como el primero, conseguiría sus rulos. Parecía que buscaba la diversión a todo por su desesperación de encontrar algo para bromear por más que lo esté consumiendo la tristeza.

Se metió al coche y la caja finalmente quedó en manos del último, descubriendo el rostro del mayor de todos. Su concentración mirando a su hermano subiéndose a la camioneta era simplemente de un hermano mayor. Se calmó cuando estuvo arriba y palmeó el hombro del último, abandonando su expresión indiferente por presionar sus labios y formar una sonrisa. Le dijo algo y se metió al auto.

El último le ofreció la caja y esperó a que se acomodara. Y pude admirar su belleza.

Sus ojos grises se movían por todos lados, escaneando su alrededor. Y, por consiguiente, a mí, acosándolos desde la terraza.

Sus ojos se conectaron con los míos y sus labios se formaron en una sonrisa leve, mientras que agua llenaba su mirada. Mis ojos ardieron como le deben haber ardido a él.

Lo miré, intentado expresarle con mi mirada lo que lo amaba y la suerte que les deseaba y él asintió.

Movió la mirada dentro de la camioneta diciendo algo y me miró una vez más, asintiendo en señal de victoria.

Ganaste. Te amo, moduló y se metió en la camioneta. El conductor avanzó y finalmente se perdieron en el horizonte.

Tomé una respiración y bajé las escaleras. Llegué a mi cuarto y me senté delante de la computadora.

Esperé que se prendiera mientras pensaba todo lo que había vivido con ellos.

Me ayudaron en el desastre que tenía en mi vida.

Me enseñaron el equilibrio entre el dolor y el placer.

Me entendieron cada vez que me superaba alguna cosa.

Me abrazaron y besaron en los momentos indicados.

Me acompañaron en mi año como yo en el de ellos, aunque no sabía la mitad de lo que trataba su vida.

Me contaron sus secretos.

Me tuvieron paciencia cuando los sacaba de sus casillas.

Me amaron.

Prendió la laptop y abrí un documento en blanco.

Recordé cómo empezó todo.

Y escribí.

"Intentaba enfocar la vista a través de las ramas, pero me era bastante difícil contando con el hecho de tener más ramas que aire delante mío"

Continuará...

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora