*LEER ANTES LAS ADVERTENCIAS DE LA PARTE ANTERIOR, ESTE CAPITULO CONTIENE UNA ESCENA EXPLICITA*
—Stellinaaa, a despertarse. —Escuché la voz de Luis mientras me estiraba.
—Ya, ya estoy despierta —murmuré con los ojos cerrados. Escuché tres risas y sonreí inevitablemente.
Pareces drogada.
—Arriba, muñeca. Debes comer algo —me dijo Lis y yo asentí.
—Sí, sí. Ya como —balbuceé mientras me daba vuelta en el colchón y respiraba hondo.
Escuché la risa de Lau y abrí un ojo, viendo borroso, pero viendo a Lis sentado frente mío y a Lau a los pies de la cama, también sentado. Supuse que Luis estaría detrás mío.
—Buen día, bonita —se burló Lau y yo sonreí.
—¿La siesta da más sueño o más descanso? —pregunté retóricamente mientras me daba vuelta y me llevaba las manos a la cara.
Dejé salir un gruñido y los hermanos se rieron de mí.
—No se rían, no es divertido. Quiero dormir —me quejé como niña pequeña.
—Pues dormirás a la noche, porque también debes comer —declaró Lau y yo lo miré mal, entrecerrando los ojos para verle los ojos.
Me rendí en tratar de enfocar y me quejé de nuevo.
—Tampoco veo bien. —Dios, ¿Qué me pasa?
Lis me alcanzó los lentes y yo me los puse, para ver sus caras de interrogación.
—Elizabeth, no lo tomes a mal; ¿Te tiene que...? —preguntó Luis sin terminar y yo lo miré perdida hasta que entendí.
—¿Si tengo el periodo? No me avergüenza ni me ofende, háblenlo con tranquilidad. Y todavía no, pero me tenía que venir... —pensé y el cómo me relajé con los chicos, estoy quejosa y me duelen los ovarios, no dudo que me haya bajado un poco.
—¿Todo bien? —cuestionó Lau, extrañado.
—Me vino —me quejé dejando caer la cabeza en la cama y cerrando los ojos con fuerza.
—¿Cómo sabes si no te has fijado? —interrogó Luis con curiosidad.
—Porque me relajé y venía con retraso —expliqué sencillamente.
Tomé aire y me incorporé. Vi que la campera que llevaba puesta no era la mía, y en la mía estaban las toallitas.
—¿Mi campera, chicos?
—¿Te irás? —saltó al instante Lis, pero los otros dos no se quedaban atrás con las expresiones.
—No, no. En mi campera tengo las cosas, vine preparada —aclaré y escuché el suspiro de alivio de los tres mientras Lau me pasaba mi campera.
Tomé del bolsillo lo que necesitaba y luego recorrí la habitación con mis ojos.
—¿El baño? —pregunté a la vez que salía de la cama.
Lau señaló una puerta en la habitación y no me sorprendió que Leo tenga baño para él solo.
Entré y me recibió un baño perfectamente acomodado y moderno.
Me senté en el inodoro y descubrí que me había venido, pero no era nada grave.
Me relajé y terminé lo que debía hacer para luego lavarme las manos y salir, de mejor humor.
Esos cambios de humor no los sigo, querida.
—¿Todo controlado, bonita? —me interrogó Luis mientras abría los brazos.
ESTÁS LEYENDO
Inefable
RomanceElla era un desastre. Ellos eran cinco hermanos con una familia caótica. Ella era libros, ejercicio y estudios. Ellos eran calculadores, indiferentes y hermosos. Si se juntan los dos, ¿Qué surgiría? Muchas cosas, pero primero: El amor.