Capitulo XIII

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Nunca me sentí tan querida en mi vida. La manera en la que me miraban los cinco hermanos era una forma completamente nueva para mí. Hace un poco menos de cinco meses nos conocíamos y ya estaba cayendo de nuevo en confianza.

Todo va a estar bien hasta que explote, pero por ahora solo quiero disfrutar de los momentos que estoy compartiendo. Ya entendí que en algún momento se va a torcer todo y que seguramente si me apego más a ellos me va a doler como la mismísima mierda, pero también sé que serán los recuerdos a los que voy a recurrir si no entiendo porque sigo haciendo todo lo que hago día a día.

Analicé todo en mi cabeza a la vez que entraba a la escuela. Después de casi matarme estudiando, había tenido muy buenas notas y a los hermanos persiguiendo mis comidas y horas de sueño como si su vida dependiera de ello.

Verdaderamente, no me molestaba en absoluto. Sentí como una carga que no sabía que llevaba en mis hombros se reducía y podía respirar finalmente paz y concentrarme en las cosas que quiero.

Claro que alguna que otra vez se me escapó la comida o alguna que otra hora de sueño y obviamente los hermanos lo notaban y me regañaban para luego hacer que comiera o durmiera nuevamente para no sobrecargarme.

Con todos tenía la misma confianza. Claro está que cada uno era distinto, pero había entendido como le gustaba a cada uno compartir tiempo conmigo y era yo misma libremente.

Siempre cuidaban de mí y si en algún momento sentían que se sobrepasaban me preguntaban y yo les decía con sinceridad mi opinión. En realidad, nunca llegaron a hacer una cosa que no me gustara, excluyendo el hecho que me hacían calzarme cuando hacía frío —yo seguía ofendida de ese día—. 

Son muy atentos a su alrededor y jamás se les pasa un detalle.

Yo supongo que fue eso lo que hizo que me asustara realmente.

Estábamos a finales de junio y yo estaba abrigada hasta la frente. Puede que tenga puesto un buzo de Lis debajo de la campera abrigada, pero nunca lo admitiría en voz alta.

Me encontré con mis amigas luego de entrar al instituto y ellas me recibieron contandome alguna cosa que les pasó ayer cuando salieron a caminar por la ciudad. Yo las escuché carcajeándome por cada cosa que me contaban. No había podido ir porque ya tenía una merienda con mis abuelos y no la quería cambiar.

—¿Hiciste la tarea de geografía? —me preguntó Katie.

—La hice en la última clase. ¿Tú crees que nos dará fecha de examen? —Por más que hayamos terminado con la oleada de pruebas, seguía habiendo algún que otro tema a evaluar.

—Espero que nos dé una actividad en lugar de una prueba —deseó Marie en voz alta y yo asentí de acuerdo con ella.

Saludé a una conocida de otra división y busqué con la mirada a los chicos. Primero encontré a Richard, que, si bien no fui a saludarlo porque estaba con sus amigos, lo saludé de lejos y él me correspondió.

Luego me crucé a otra amiga, Roseline, con quien me llevo genial y la saludé también. Estaba por volver a centrarme en mi grupo de amigos cuando los encontré. Leo y Lau estaban con Marco, Jacob y algunos compañeros que no reconocí.

Les sonreí a los hermanos y ellos me vieron y me devolvieron la sonrisa. Desvié la mirada hacia la derecha y allí vi a los tres restantes. Los saludé de la misma manera y ellos me respondieron tirándome besos o moviendo la mano. Yo sonreí feliz y volví mi atención a mi grupo de amigos.

—Lo que hace el amor —susurró Richard al lado mío. Salté del susto y golpeé suavemente su estómago, ofendida.

—¡Idiota! ¡Me asusté! —chillé y él se carcajeó.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora