Capitulo LX

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Llegué al restaurante con cuatro canastos entre los brazos llenos de cosas que se necesitarían para el festejo de los cumpleaños.

Empujé la puerta con los pies e ingresé, viendo unos zapatos en mi camino.

—¿Elizabeth? —Escuché la voz de Keyla.

—¡Mikeila! ¡Hola! ¿Me dirías dónde dejo esto? —pregunté animada.

—Ven aquí que te ayudo —murmuró y tomó dos canastos, dándome un poco más de visión.

—¡Gracias! —agradecí más calmada. Ya no era necesario que vaya haciendo equilibrio y adivinando que pisaba.

Vi a Keyla y sonreí.

—¡Estás hermosa, Keyla! —comenté dejando los canastos en la mesa que me indicó.

Ella se sonrojó apoyando los canastos.

—Tú también —murmuró y sonreí.

—Keyla, ¿Alejandro debía traer los...? ¿Elizabeth? —inquirió Mara y me giré, saltándole encima.

—¡Feliz cumpleaños! —chillé y ella rio.

Me separé sonriente.

—¿Cuántos fueron? ¿Setenta? —me burlé y ella me entrecerró los ojos.

—Muy graciosa. Cuarenta. ¿Llegaste cargando todo eso tú sola? —Asentí y Mara negó —Hablaré con Alejandro.

—No es necesario. Fue solo la primera carga y me hice cargo. Voy a seguir bajando lo demás —les dije saliendo del cuarto, pero no llegué tan lejos cuando me crucé con cinco espaldas que conozco muy bien.

Me acerqué y vi que estaban terminando de arreglar los centros de mesa.

Fui divertido ver a cinco mamuts delante de flores y arreglándoles los pétalos para que queden de tal manera.

Me paré detrás de Leo y lo rodeé con mis brazos, riéndome por el salto que dio.

—¡Elizabeth! No puedes... Ay, dios —jadeó con una mano en el pecho.

Me reí y dejé un beso en su mejilla.

—Hola, amor. Ya me quedo con ustedes. Debo bajar algunas cosas. En dos minutos soy toda suya —les avisé y asintieron.

—¿Quieres que te ayude? Cualquier cosa por dejar de hacer esto —dijo Lau y asentí.

—Ven. Imagino que mis padres ya habrán bajado algunas cosas —comenté saliendo del restaurante.

Ahí vi que, en la camioneta, estaban Axel, Luz y mis padres.

—Traje refuerzos —hablé y saludé a sus padres.

Papá repartió algunas cajas y mochilas con las cosas que necesitaríamos y a mí me di el pastel que hice.

Lo llevé con Lau al lado con algunas bolsas. Llegamos a la cocina y dejamos las cosas. Saludé al cocinero y los meseros y nos retiramos.

—¿Quieres una vuelta por el restaurante? —ofreció y asentí.

Pasamos por la zona de juegos donde saludamos a los niños y luego pasamos por el cuarto donde Keyla me había guiado, que estaban todos los adultos organizando.

Mara seguía con la lista en las manos, la cual, en ese momento, Axel la retiró de sus manos.

—Relájate, es tu cumpleaños —le ordenó.

—Pero... Está bien —cedió cuando Axel le dedicó la misma mirada que los chicos me dedicaban mientras me regañaban.

—¿En qué ayudamos? —preguntó Lau.

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