—Elizabeth, stellina, hora de levantarse —llamó Luis acariciando mi hombro.
Intenté abrir los ojos, pero quedó en intento cuando solo pude pestañear.
Me quejé y me enterré en el regazo de Luis.
—Tengo sueño —gruñí sintiendo como posaba sus manos en mi espalda descubierta y la acariciaba.
—Y si se quedaron jugando Lau y tú —contestó tomando mi hombro para que me diera vuelta.
Lo hice y recordé lo que había pasado ayer y como había terminado. Manos atadas y solo con las bragas.
Me analicé a mí misma un momento, pero decidí que no era tan importante como el sueño que me estaba llamando.
Me dejé caer de nuevo en las piernas de Luis.
—Me castigó y luego tocó un poco, pero nada que no hayan hecho ustedes, lamentablemente —murmuré lo último, pero Luis me escuchó y pellizcó mi cintura.
—Paciencia, Elizabeth.
—Mjm —contesté con un ruido de mi garganta y luego me incorporé con los ojos medio cerrados.
Noté que había más personas que solo Luis.
—Oh, hola, chicos. Buen día, ¿Todo bien? —saludé viendo a Lau todavía dormido.
Me acomodé en su pecho y cerré los ojos.
—Hola, amore. Tienes que levantarte, en un rato tienes que ir a la casa de tus abuelos —me hizo recordar Leo.
—Oh, es verdad —murmuré sentándome en la cama.
Vi la cara de Lau, muy pacífica como para ayer haberme dejado con las ganas.
Sonreí malévolamente.
—¿Me desatas, porfis? —le pedí a Lis, maquinado el plan en mi mente.
—Contrólate, porque Lau nos contó que te podremos castigar mañana —advirtió sonriendo como el gato de Alicia y el país de las maravillas.
—¿Y eso cómo lo saben? ¿No sigue dormido? —cuestioné mientras Lis me desataba la soga que seguía uniendo mis manos.
—Sí, pero anoche después de que te durmieras, mandó un mensaje explicando —respondió Lis enrollando la soga que había podido desatar sin cortar.
Moví mis manos nuevamente, pero sin sentir la restricción y calma que me daban las cuerdas.
Hice una mueca, pero la borré moviendo la cabeza.
—Okeeey. ¿Cómo lo puedo molestar más allá de despertarlo? —pensé en voz alta.
—Se supone que no debemos apoyarte en tu descaro —habló Lucas sentado en la silla que tenía en el escritorio.
—Buenooo, pero un poquito no hará mal a nadie —motivé con el descaro a mil.
Me acerqué y me puse de costado para apreciar su expresión.
—Pensar que ahora está tan calmado, pero que en segundos me va a matar —susurré, sintiendo la adrenalina recorrer mi cuerpo.
Posé mi mano en su pecho y noté como fruncía el ceño para luego mover la cabeza de costado y seguir durmiendo.
Deslicé mi uña sin rasguñar, creando un movimiento que hizo que comience a pestañear. Abrió los ojos de golpe cuando me sintió en la cintura de su pantalón, pero no pudo reaccionar antes de que suba mi mano.
Enfocó su mirada dormilona en mí y me capturó en sus brazos para ponerme debajo de él.
—Buen día, bonita. ¿Te despertaste provocadora? —preguntó dejando un beso en mi mejilla y sentarse correctamente en la cama.
ESTÁS LEYENDO
Inefable
RomanceElla era un desastre. Ellos eran cinco hermanos con una familia caótica. Ella era libros, ejercicio y estudios. Ellos eran calculadores, indiferentes y hermosos. Si se juntan los dos, ¿Qué surgiría? Muchas cosas, pero primero: El amor.