Capitulo XXII

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Mejor tarde que nunca. Disfruten la lectura...

Me fui haciendo consiente de mi entorno y sentí calor.

Muero de calor.

Abrí lentamente los ojos, encontrándome a Lucas apreciándome mientras dejaba caricias en mi mejilla.

Yo me incliné más para sentir su toque y él sonrió.

—Buenas tardes-noches, vita —saludó Lucas con voz ronca que provocó mariposas y otras cosas en mi interior.

—Hola, amor —le respondí a la vez que me frotaba los ojos.

Sigo teniendo calorrrr.

Miré hacia abajo y noté que Lau me miraba con su usual sonrisita.

—Hola, Lau —saludé y él me tiró un beso, todavía abrazando mis piernas.

Pensé en que podía hacer para no empezar a sudar y recordé que tenía el short corto debajo del pantalón de la escuela.

Sentí una mano en mi cintura.

—Hola, muñeca —saludó Lis detrás mío.

—Ouh. Hola, Lis —correspondí sorprendida.

Ahora tiene sentido que tenga tanto calor, estoy rodeada de cuerpos con elevada temperatura corporal.

—Lau, ¿Podrías...? —intenté preguntar, pero a la mitad toda la valentía, que no me había dado cuenta que tenía, desapareció.

—¿Qué pasa, bonita? —insistió Lau al ver que enrojecía.

—Es que... Tengo calor y tengo un short debajo del pantalón —murmuré con las mejillas ardiendo.

—¡Oh, Elizabeth! Me preocupé —exclamó Lau mientras se despegaba de mis piernas —. ¿Necesitas ayuda? —preguntó con una sonrisita cuando vio que no me podía mover por Lucas y Lis.

—Por favor —pedí y él me ayudó a bajarme el pantalón y sacarlo por mis pies.

Cuando terminó, tiré mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos, disfrutando del aire fresco.

—Jesús, no pueden emitir tanto calor —comenté cuando sentí la temperatura corporal estabilizada.

Lucas me pellizcó con una sonrisa divertida.

—No olvides que ahora estás solo con el short y tu trasero ya está sano —murmuró Lis en mi oído y yo enrojecí.

—Solo dije que son ondas de calor —me quejé entre sus extremidades.

Parecíamos un sándwich.

—Tú sigue —dijo Lau desde mis piernas.

—Es imposible. —Negué con la cabeza y ellos rieron.

Lucas iba a decir algo cuando Leo entró en la habitación.

—Hola, chicos. Buen día, amore —saludó divertido.

—Hola, amor —respondí y él sonrió.

—Escuchen, nuestras madres quieren ir a pasear por el centro y papá las llevará, nos preguntó si queremos ir —explicó mientras se sentaba en la cama, acariciando la parte de mi pierna que no abrazaba Lau —. A ti también te invitaron, Elizabeth. Nuestros padres te adoran —agregó cuando vio que dejaba de prestar atención.

—Ouh —murmuré. No sabía que había llegado a tanta confianza como para que me invitaron a un viaje en familia.

—¿Qué dices, vita? Yo quiero ir —comentó Lucas y los demás se sumaron.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora