Capitulo XX

1.2K 68 0
                                    

SORPRESAAAAA. Disfruten.

Lentamente me fui haciendo consciente de mi cuerpo y de lo que me rodeaba.

Estaba entre dos pechos, uno que tenía frente mío y otro que tenía en la espalda.

Abrí los ojos lentamente y confirmé lo que había sentido.

Pestañé un par de veces para ver bien, o lo que llamaba bien sin los lentes.

Enfoqué con esfuerzo la cara de Lau dormida frente mío. Si ya de por si era malditamente guapo despierto, verlo dormido fue ver una obra de arte. Sus pestañas recostadas sobre sus mejillas, su boca calmada y su expresión de paz absoluta.

Mayormente, él siempre iba con la vida con cara de perro malo o de hablas y te golpeo. Si bien no tenía miedo ni problema por ello, verlo con expresión relajada fue un mimo al corazón.

Me giré entre sus brazos cuando me sentí acosadora y vi a Lis con su móvil, el cual dejó de lado cuando se percató de que estaba despierta.

—Buen día, muñeca —susurró para no despertar a Lau y yo lo imité.

—Buenas tardes, Lis —bromeé por la hora. No tenía un reloj cerca, pero intuía que eran cerca de las cinco.

—Dormiste poco, ¿No quieres dormir más? —cuestionó con suavidad.

—Nop, ya estoy bien —contesté sinceramente y pestañé para intentar enfocarle los ojos, pero cuando no pude, solté un resoplido —¿Viste mis lentes? —pregunté sin ver nada.

Se dio la vuelta sin contestarme y cuando volvió mí, tenía mis lentes en su mano.

Yo sonreí mientras me los ponía y veía mejor su angelical belleza.

—¿Qué hora es? —pregunté, pensando en que debía ir al gimnasio.

—Cinco y media —murmuró y yo asentí, pensando en lo que me costaría dormirme esa noche luego de dormir tanto.

—Ustedes van al club a las seis y media, ¿No? —interrogué organizando todo en mi cabeza.

Lis asintió a la vez que se recostaba y quedaba en frente mío, pasando su mano por mi cintura y acercándose a mí, ya que de otro modo no podía por el agarre de fierro por parte de Lau.

El nombrado gruñó cuando me acomodé y me apretó más contra sí.

—Quieta —ordenó en un gruñido y escondió su rostro en mi cuello.

Solté una risa y sentí su pellizco en mi culo, el cual me hizo jadear de dolor por los anteriores azotes.

—Auch —me quejé contrayendo la cara del dolor.

—Compórtate —ordenó nuevamente para luego dejar todo su peso en el colchón y acomodarse para seguir durmiendo.

Yo miré a Lis, que se aguantaba la risa por lo que su hermano estaba haciendo medio dormido. Conectamos miradas y no pudo evitar soltar una risa, que molestó a Lau lo suficiente para volver a gruñir y protestar en mi espalda.

—Ahora no me puedo volver a dormir —se quejó como niño pequeño y ahora fui la que rio además de Lis.

Me di la vuelta todavía con una sonrisa divertida en los labios y Lau hundió su cara en mi cuello cuando estuve boca arriba.

—La próxima vez que quieras dormir en la misma cama que Elizabeth y yo, te largarás con una patada en el culo, Lisandro —amenazó con su cuerpo medio aplastándome.

Estaba totalmente rodeada de dos de mis chicos y no tenía problema. Lis seguía con una mano en mi cintura y Lau con la cabeza en mi cuello, produciéndome escalofríos cada vez que hablaba.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora