Escuché mi móvil sonar y manoteé para apagar la alarma.
Solo que era una llamada, no una alarma.
Atendí sin pensar mucho.
—¿Sí? —pregunté con la voz ronca y los ojos cerrados.
Gracias a dios no era una video llamada.
—¿Estabas durmiendo siesta, stellina? —inquirió una voz conocida del otro lado del móvil.
Asentí todavía dormida, pero cuando recordé que no podía verme, hice un ruidito con mi garganta.
Cuando Luis lo escuchó, siguió hablando.
—No me quedan dudas. Lo siento por interrumpir tu hermosa siesta. Queríamos saber si habías almorzado luego de educación física y si habías tomado las pastillas —preguntó.
Suspiré y me acomodé con las mantas, tapándome hasta la pera.
—No recuerdo mi nombre y quieres que recuerde eso —negué con la cabeza.
—Elizabeth... —advirtió.
Pensé unos segundos hasta que recordé el trozo de sándwich que me compartió Alexandra cuando recordé que debía comer.
La cosa fue que olvidé comprar algo antes de la clase y no podía comer mientras corría, así que comí algo para no sentirme mal y cuando llegué a casa, solo quise tirarme a la cama y dormir.
—¿Sigues ahí, Beth? No olvides que estamos a menos de cien metros —advirtió Lucas metiéndose en la llamada.
—Sí, sí. Comí en el último receso —mentí al instante, solo pensando en volver a dormir.
Se escuchó un golpe y luego movimiento del lado de Luis.
—Elizabeth, el tercer receso fue con nosotros, que nos dijiste que ya habías comido —dijo muy lentamente.
Cerré los ojos fuertemente, sabiendo que se me venía el castigo del año.
–Ups... —Fue lo único que pronuncié, pensando en algo que podría decir para evitar que me matasen.
—Lau y Lis están yendo por ti. Como estamos más cerca de la merienda que del almuerzo, te haremos tostadas y algo más que encuentre por allí —avisó moviéndose por la casa.
—¿Qué hora es? —pregunté todavía acostada.
—Las cinco y media. —Uy, dormí un montón.
—No... Quiero ir al gimnasio con el estómago vacío. En la cena comeré —respondí quejándome.
—Elizabeth, tú no saldrás de nuestra casa sin comer nada bajo ninguna circunstancia —advirtió Lucas, metiéndose nuevamente en la llamada.
Para este punto debo suponer que está en altavoz.
¿En serio?
No uses el sarcasmo conmigo. Eres mi conciencia, no mi amiga.
¡OYE!
—No puedo salir si en primer lugar nunca entro —murmuré por lo bajo, aunque todavía no me levantaba de la cama.
—Tú sola estás buscándote un culo rojo luego de comer —habló ahora Leo.
—No tendré el culo rojo si no los dejo pasar a casa...
—Tenemos llave.
—Entonces a mi habitación.
—Entraremos por la habitación de Emily y el baño, que están conectados.
—Cerraré la puerta del baño —concluí, aunque solo estaba divagando.
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Inefable
RomanceElla era un desastre. Ellos eran cinco hermanos con una familia caótica. Ella era libros, ejercicio y estudios. Ellos eran calculadores, indiferentes y hermosos. Si se juntan los dos, ¿Qué surgiría? Muchas cosas, pero primero: El amor.