Capitulo XV

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*Y los dejo con este capítulo...*

Retomemos.

Lau me ordenó que me presentará en su casa para hablar con él y sus cinco hermanos sobre cómo besé a cada uno. Me dijo amablemente —nótese el sarcasmo— que si no iba me arrastrarían él mismo con Lis, que los dos juntos tienen más músculos que todas las personas juntas que van al gimnasio cuando voy yo.

¿Ustedes irían a una reunión donde más que seguro digan que soy una perra por jugar con ellos y me digan que no quieren verme nunca más porque me odian?

Porque yo no.

Sé que en algún momento me los volveré a cruzar y que me matarán por no presentarme, pero ¿Qué más da? Estoy hasta la frente hundida en mierda, un poco más no hace la diferencia.

Era domingo y recién había terminado de almorzar con mi familia. Estaba cambiada para ir a andar por allí caminando hasta que pase el peligro llamado Giordano. Y también porque necesitaba despejarme.

Dieron las tres de la tarde de repente y yo me di cuenta tarde.

Qué raro.

Tomé mi móvil y mis llaves a toda velocidad mientras bajaba la escalera.

—¡Me voy, familia! Adiós, vuelvo en un rato —grité a la vez que abría la puerta y la cerraba, luego de mirar para ambos lados.

Bien, todavía no salieron a buscarme.

Abrí la reja, pasé, la intenté cerrar y me equivoqué de lado de la llave. Me tembló la mano por la velocidad, pero la cerré y me di vuelta para escaparme.

Di dos pasos y escuché dos respiraciones acercándose.

CORRE, PERRA, CORREEEEEEE.

Giré solo un microsegundo para confirmar que eran dos de los hermanos y cuando lo confirmé intenté salir corriendo, pero Lis me atrapó en sus brazos.

—Te tengo, descarada —me dijo al oído mientras me enrollaba sus brazos en mi cintura y me impedía escapar.

—Suéltenme —me quejé como niña pequeña y él me pellizco.

Sin embargo, no llegué a quejarme cuando Lau me alzó el mentón con dos dedos. Yo me removí en los brazos de Lis intentando nuevamente huir, pero lo único que conseguí es que Lis me impida mover las manos con una de las suyas mientras la otra rodeaba mi cintura fuertemente y que Lau me tome del cuello en un agarre más firme.

—Quieta, Elizabeth, o será más desagradable —me advirtió y yo decidí escuchar lo que diría a continuación para cuando estén distraídos poder escapar —. Ayer te dije que podías venir de voluntad propia y ¿Tú que decidiste? Escapar. Te lo informé, bonita. O venías de buena gana o venías de mala gana, pero venir, vienes a nuestra casa.

Yo hice una mueca tal niña pequeña y Lis me volvió a pellizcar.

—¡Auch! Qué eso duele —me quejé solo porque estaba enojada. Ni siquiera me dolió.

—Te dolerá más si te sigues comportando mal —me murmuró Lis al oído y mis vellos, otra vez, se pusieron de punta.

—Camina, Elizabeth. Hablaremos los cinco seriamente —indicó mientras deshacía su agarre de mi cuello y Lis aflojaba sus brazos.

Di un pequeño paso para hacerles creer que me rendí, pero eso nunca.

Ellos dieron su usual pasote y yo di uno atrás y salí corriendo.

¡JA! TOMEN ESO, IMBE...

Sentí como era alzada en el aire y mis piernas dejaban de funcionar, ahora estando en el aire.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora