Me desperté todavía rodeada de dos brazos que me mantenían caliente. Abrí los ojos y me encontré a Lau mirándome mientras me acariciaba el brazo.
—Buen día —me saludó con voz ronca.
Qué sexi.
Buen día para ti también.
—Buenos días, Lau —devolví a la vez que me espabilaba. Intenté enfocarle la cara y no pude.
Ups, los lentes.
Al parecer, él vio mi triste intento y me alcanzó mis lentes, los cuales me puse y le pude ver la cara.
—¿Haces mucho estás despierto? —le pregunté porque ya tenía cara de que estaba despierto hace rato.
—Hace poco más de media hora.
—¿Qué hora es? —Estaba recordando lentamente todo lo que había pasado ayer.
—Las nueve de la mañana —respondió todavía acariciándome.
—Para ustedes ¿Muy temprano o muy tarde? —Los horarios varían según la familia. Eso me había percatado luego de años entre las familias de mis amigas.
—Depende la persona y el día. Hoy, sábado después de la reunión de ayer, mis padres deben haber despertado un poco más tarde de lo que hacen normalmente. Pero ya deben estar haciendo el desayuno o conversando en su habitación o en la cocina. Liam y Levi tienen para más rato y algunos de mis hermanos deben estar despiertos ya —explicó mientras pensaba.
Un detallecito que sea observador, sube la nota. Es un diez.
¿Qué la bajaba?
Que todavía no te dio un beso.
Por dios.
—¿Cómo sabes todo eso? —lo interrogué sorprendida.
—Es la rutina que siguen todos los días. Y ahora te puedo asegurar que llegará Luis y, como ya sabe que estoy despierto siempre antes que él, va a decir...
—¡Buen día, mi princesita favorita de la casa! —Se hizo presente la voz de Luis en el cuarto en cuanto abrió la puerta.
—¡Oye! ¡Me acabas de decir lo mismo a mí! —protestó Leo al lado suyo.
Luis se giró hacia él y le dijo:
—La envidia mata, cariño. —Y se fue a abrir las ventanas mientras lo dejaba atrás con cara de confundido.
—¿Y este que...?
—Buenos días, mi hermosa Elizabeth. ¿Dormiste bien con este hombrecito que todavía mea la cama? —me preguntó Luis a la vez que revolvía el cabello de Lau.
Sin embargo, después de todo su diálogo, me había quedado con una sola cosa.
—¿Se mea en los pantalones? —repetí con una risa por salir de mi boca.
—Ya te contaré la historia —aseguró luego de guiñarme un ojo, ignorando las quejas de Lau.
—Buenos días, chicos. Dormí de maravillas con este angelito —le respondí su anterior pregunta.
Leo entró cerrando la puerta detrás suya y dejó un beso en mi mejilla.
—Buen día, hermosa. —Si así están todas las mañanas quiero quedarme a vivir aquí. Los dos estaban con sus pijamas y Leo con cara de recién levantado. Tengo la ligera sospecha que Luis tiene el plan de levantar así a todos sus hermanos.
—¿Lo ven? Soy buen compañero para dormir —protesta Lau mientras nos corre a un costado para que Leo se sentara.
—Sí, sí. Como digas —le dijo Luis para luego abrir las cortinas mientras Leo tomaba asiento. Entró toda la luz de golpe y Lau volvió a quejarse.
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Inefable
RomanceElla era un desastre. Ellos eran cinco hermanos con una familia caótica. Ella era libros, ejercicio y estudios. Ellos eran calculadores, indiferentes y hermosos. Si se juntan los dos, ¿Qué surgiría? Muchas cosas, pero primero: El amor.