Capitulo XXIV

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Me removí cuando noté que se separaba lo que sea que estaba abrazando.

—Quieto —murmuré entre sueños y oí algunas risas. Aun así no abrí los ojos.

—Te lo dejaré pasar por estar dormida, pero nosotros somos los que dan órdenes —me susurró Leo en el oído y yo no sé qué hice que causó más risas.

Lo dejé ir molesta y busqué a tientas otro cuerpo. Cuando di con uno, lo arrastré y enrollé mis brazos en su regazo, ya que estaba sentado.

—¡Oye! —se quejó Leo.

—Perdiste, hermanito —se burló Lis a la vez que dejaba suaves caricias en mi omóplato.

—Shh —me quejé e intenté conciliar el sueño nuevamente, pero no pude.

—¿Nos acaba de callar? —preguntó Lis retóricamente y yo abrí un ojo.

—Sí —contesté con la voz ronca.

Se rieron por mi sueño y yo solté un quejido.

—No podré volver a dormir.

—En menos de una hora estará listo el desayuno y te veníamos a despertar para que luego no nos digas que no tenías hambre —explicó Luis y yo le sonreí agradecida a la vez que me sentaba, quedando a la misma altura que Lis.

O a lo que se puede llamar misma altura siendo una bestialidad de alto.

Sentí su mirada mientras me colocaba los lentes que me había pasado Luis. Al mirarlo, se estaba mordiendo el labio inferior.

—Eres jodidamente sexi cuando estás recién despierta —murmuró ronco, haciéndome sonrojar y reír nerviosa.

—Gracias —agradecí por el halago y él me atrajo por el cuello hasta su boca, dónde chocó sus labios sobre los míos y los movió mientras su lengua se entrelazaba con la mía.

Nos separamos cuando tuvimos que respirar y mantuve los ojos cerrados.

Una sonrisa danzó en mis labios y el siguiente en tomar mi boca fue Luis.

Movió mis labios a su antojo y me derretí bajo sus brazos, dejando que su beso suave llenara cada parte de mí.

Cuando se separó, Leo invadió mi boca. En algún momento había vuelto del baño y no me había percatado.

Jugué con su lengua hasta que cedí y dejé que él tome el absoluto control. Tomó mi cabello e inclinó mi cabeza hacia arriba para mejorar el acceso a mi boca.

Cuando se alejó, solté un suspiro y abrí los ojos, enfocándonos a los tres con los labios hinchados y el pelo revuelto, culpa mía por tomarlos de allí mientras me comían la boca.

Me reí al ver el cabello de Lis.

Levanté mis brazos y se lo acomodé.

—Eso fue por tu beso —le eché en cara cuando lo terminé de acomodar.

—No creo que te quieras ver tus labios, cuello y pelo —murmuró y yo me le quedé viendo hasta que manoteé al lado y encontré (por casualidad) mi móvil.

Abrí la cámara y vi toda mi boca y sus alrededores roja, mi cuello enrojecido y mi cabello revuelto.

—Son unas bestias —me quejé y recibí un pellizco por parte de Leo mientras que Lis se reía por mi estado.

Luis, por otro lado, escribía algo en el celular.

Cuando vio que lo estaba mirando, me sonrió y me tapó los ojos para luego mostrarles el móvil a sus hermanos.

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