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Afortunadamente Martina no se había enojado de verdad con Lourdes por dejarla sola y cuando salió de la ducha, suspiró aliviada y entró al baño para prepararse para el primer día de su novia en la empresa. Ella había llevado un traje a casa de su novia para poder ir juntas, ya que a Martina todavía no le habían entregado su nuevo auto

Las tres subieron al auto de la empresaria y se dirigieron hacia la empresa. Lourdes podía ver a Martina revolverse en el asiento nerviosa

-Todo estará bien- puso una mano en el muslo de la rubia para tranquilizarla -Y estás hermosa-

Martina dejó de moverse y puso su mano sobre la de Lourdes -Gracias, Lulita-

Cuando llegaron al edificio, la ojiverde entró directamente al estacionamiento privado y Martina suspiró varias veces antes de acercar su mano a la puerta para abrirla, pero Lourdes la detuvo y se volvió a sentar para mirarla.

-A partir de aca somos profesionales, pero primero déjame darte un beso de buena suerte- expresó la castaña

Martina sonrió y se acercó presionando sus labios durante unos segundos. Cuando se separaron, ambas sonreían y luego ambas salieron del coche.

Martina sacó a Isabella de su asiento y la alzó en brazos. Lourdes quería rodearla con su brazo, pero no lo iba a hacer, así que simplemente sujetó su maletín con fuerza y le señaló la dirección de los ascensores. Aquella era una parte reservada del estacionamiento, así que no se encontraron con nadie, pero aun así mantuvo la distancia. Las puertas se abrieron y Martina entró con su hija, pero Lourdes esperó fuera.

-¿No entras?- preguntó la rubia

La ojiverde negó con una sonrisa -voy en el siguiente, buena suerte Mar- se giró para asegurarse de que nadie las escuchaba -Te amo-

Martina sonrió mordiendose su labio inferior -te amo. Hablamos después-

Lourdes despidió al ascensor con un beso lanzado con la mano y observó cómo las puertas se cerraban. Esperó unos segundos antes de volver a presionar el botón. Mientras esperaba, una figura apareció a su lado y se giró para ver a la persona, conteniendo la necesidad de poner los ojos en blanco.

-Buenos días, Lourdes-

-Manuel- respondió Lourdes inclinando la cabeza en señal de saludo, luego se volvió para mirar de nuevo hacia el ascensor

Ambos entraron en el ascensor cuando las puertas se abrieron. Ella pulsó el botón de la última planta, mientras que Manuel presionaba el noveno. Lourdes se revolvió un poco pensando en que ese individuo iba a trabajar en la misma planta que Martina

El viaje en ascensor continuó en silencio hasta que llegaron a la primera parada. Manuel le dedicó una sonrisa forzada antes de salir y Lourdes volvió a inclinar la cabeza. Estiró el cuello para ver si podía divisar a Martina, pero probablemente seguía en la tercera planta con Isabella

La empresaria caminó hasta su despacho y Micaela entró unos minutos después.

-¿Cómo está Martina?-

-Hola Mica, respondió Lourdes con una sonrisa -Está nerviosa, pero lo va a hacer bien-

Micaela se sentó frente a ella y la empresaria supo que estaba hablando con su amiga, no con su secretaria, porque la ojiazul no tenía su tablet en la mano y no parecía interesada en hablar de trabajo.

-¿La gente sabe que están juntas?-

-No. O sí. No sé, la verdad. A Martina no le importa que sepan que tenemos una relación, pero quiere ser estrictamente profesional en el trabajo-

Estar con ella- MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora