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Los meses pasaron y Martina fue reconstruyendo lentamente su relación con sus padres, manteniendo llamadas ocasionales y teniendo pequeños encuentros para tomar café. Aunque aún no se sentía lista después de lo que paso con Guadalupe, notó un cambio palpable tanto en su madre como en su padre. Supo que habían ido al psicólogo en la cárcel y habían tenido largas conversaciones entre ellos, dándose cuenta de sus acciones. También se alegró al saber que seguían yendo a terapia.

Esa mañana, se reunió con su madre en una cafetería cercana a la empresa antes de unas reuniones que tenía al mediodía.

-Hola- dijo con una sonrisa acercándose a su madre. Todavía no se abrazaban, pero afortunadamente Silvina respetaba el ritmo de sus hijas.

-Hola hija- respondió Silvina con la misma sonrisa. -Pedí por vos, espero que sea como te gusta-

Martina tomó un sorbo de café -Perfecto, gracias- Apretó la mano de su madre sobre la mesa como muestra de agradecimiento, y la cara de la mujer se iluminó.

Las dos hablaron de todo y de nada, principalmente sobre Guada e Isabella, pero también sobre la empresa. Silvina informó a su hija que su padre había conseguido un trabajo mejor, lo cual le alegró mucho hasta que el teléfono de Martina comenzó a sonar

-Perdon mamá, es Lourdes- la mujer sonrió -Hola Lu-

La expresión de Martina se volvió seria y Silvina se incorporó inmediatamente en la silla al ver la cara de su hija.

-Ahora voy espérame, dame quince minutos- cortó la llamada y luego miró a su madre -Me... me tengo que ir-

-¿Está todo bien?- preguntó Silvina levantándose al igual que su hija.

-Sí... no sé... a ver...- hablo completamente nerviosa -Veni conmigo, te contaré por el camino-

La mujer asintió y siguió a su hija fuera de la cafetería, tratando de seguir su paso.

-Tengo que ir a por mi auto- musitó la morocha

-El mío está ahí- su madre señalo una calle lateral -Te llevo a donde quieras-

-Sí, por favor- Silvina la llevó hacia el auto y su hija comenzó a hablar -A ver... no sé cómo decirte esto- se rió un poco nerviosa -Lourdes y yo estamos intentando... tener un bebé-

Silvina la miro sorprendida -eso es hermoso hija, felicidades-

-Gracias- dijo sin poder contener la sonrisa.

-Lourdes me acaba de llamar porque... no se encuentra bien, podría ser cualquier cosa, pero... quiere hacerse una prueba y... me dijo que si no llego a casa en media hora se la va a hacer sin mí-

Su madre soltó una carcajada y se detuvo delante de un auto -Es este-

Martina asintió y entró, continuando la conversación. -Aún faltan cinco días para hacer la prueba, pero... realmente creo que está embarazada-

-¿Por qué estás tan segura?- preguntó saliendo del estacionamiento -¿A dónde tengo ir?-

-Te guiaré- señalo la calle que debía tomar -Creo que está embarazada porque ayer lloró viendo un anuncio en la tele, y hace dos días me gritó durante veinte minutos por hacer demasiado ruido mientras me lavaba los dientes- añadió con una sonrisa -No conoces mucho a mi mujer, pero eso no es propio de ella-

Su madre sonrió y tomó otro desvío según las indicaciones de Martina -Espero que tengas razón, me hace muy feliz que vayan a ampliar la familia-

La ojimarron empezó a frotar sus manos en sus pantalones, visiblemente nerviosa -Es solo nuestro segundo intento...pero espero que sea positivo-

Estar con ella- MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora