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-Mar- Lourdes entró al estudio donde su mujer estaba pintando en un lienzo.

-¿Si?- respondió sin apartar la vista del cuadro.

Lourdes se acercó a ella y la abrazó por la espalda -¿Podemos hablar? ¿O queres que te deje terminar eso?- colocó su cabeza en el hombro de Martina para observar la pintura.

La morocha ejó el pincel a un lado -Vos siempre vas primero, amor- apartó las manos de Lourdes y giró en el taburete para quedar frente a su mujer -¿De qué queres hablar?-

-Mañana es la ecografía, y si todo va bien... Quería saber cómo queres contárselo a todo el mundo. Solo tus padres lo saben porque tu madre estaba ahí cuando nos enteramos, y... me muero por decírselo a mi madre-

Martina sonrió y rodeó con sus brazos la cintura de Lourdes -¿Tenes algo pensado? ¿Te gustaría hacerlo de alguna manera?-

Asintió -Quiero... decírselo a mis padres primero, antes que a nuestros hermanos y amigas... Isabella es su nieta, y ya son abuelos, pero... creo que les va a hacer mucha ilusión que esté embarazada... mi madre piensa que si tenemos un bebé, lo vas a tener vos-.

-¿Por qué piensa eso?-

-Una vez estábamos conversando sobre las pruebas genéticas, ya sabes, sobre mi enfermedad de médula, y me dijo que no me preocupara, que afortunadamente mi esposa estaba perfectamente sana para quedar embarazada- dijo con una sonrisa -Decidí no corregirla para que fuera más sorpresa-

-Me parece perfecto contarles primero a tus padres. Podemos hacerlo mañana al salir del médico-

Lourdes tragó saliva -¿Y si algo no va bien?- puso ambas manos en su vientre -Mañana es cuando hacen todas las pruebas y si...-

-Ey- interrumpió Martina -Todo va a ir bien, y si no, buscaremos la solución. Tranquila-

La ojiverde apoyó su frente en el hombro de Martina. -Me siento rara-

-¿Qué queres decir?- acarició su espalda.

-Desde que estoy embarazada no me siento como yo misma, no puedo pensar con claridad y... reacciono exageradamente a todo-

La morocha empujó sus brazos para poder mirarla a los ojos -¿Pero estás bien? ¿Necesitas que busquemos ayuda?-

-No, no. Estoy bien, es solo que no estoy acostumbrada a dejar que mis emociones dicten mi comportamiento-

Martina la abrazó -Podes decirme siempre lo que pensas, aunque te parezca una locura-

-Gracias mi amor- dejó un beso en su cuello y volvió a incorporarse poniendo sus manos en los muslos de Martina -¿Se te ocurre cómo podemos decírselo?-

Lo pensó unos instantes -Podemos hacer algo tradicional, comprar unos zapatos de bebé o un conjunto de ropa y regalárselo para ver su reacción al abrirlo, o podemos... utilizar a Isa-

-¿Qué queres decir?-

-No sé, buscar la manera de que ella se lo diga. Mañana los invitas a comer y dejamos que lo haga, seguro que será adorable. Podemos comprar una de esas camisetas que dice 'hermana mayor'-

-Me gusta- dejo un beso corto en sus labios -Pero para eso hay alguien que lo tiene que saber antes que ellos-

Martina sonrió -Ella va a estar tan feliz-

Lourdes vio por su visión periférica el cuadro en el que estaba trabajando su mujer -Hagamos algo para Bells-

-¿Qué?-

-Hagamos un dibujo o una pintura para decírselo mañana al volver del hospital-

Martina dejó otro beso en sus labios y soltó a Lourdes para levantarse del taburete. Tomó un lienzo en blanco y otro taburete que puso junto al suyo, colocando el nuevo lienzo -Veni, sentate- dijo mientras dejaba a un lado la pintura en la que había estado trabajando.

Las dos se sentaron a trabajar juntas en el cuadro. Decidieron hacer un dibujo de su pequeña familia, en él salían ellas tres y en brazos de Lourdes se podía ver un bebé. Martina había escrito "Familia Gonzalez" en letras cursivas. Era un dibujo digno de un libro infantil y la morocha se imaginó colgándolo en la habitación de su futuro hijo o hija, justo encima de la cuna.

-Quedo hermoso- dijo Lourdes dejando su pincel a un lado.

-No se nos da mal esto de dibujar- comentó Martina observando la ilustración.

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Por suerte, en el ginecólogo les dijeron que estaba todo perfecto, así que el matrimonio volvió a casa. Se habían tomado el día libre y ambas no podían esperar a que la niña saliera del colegio así que las dos se prepararon para ir a buscarla

-Mar, se lo tenemos que decir en el auto-

-No le vamos a decir que estás embarazada en el auto- dijo la mujer negándose mientras se ataba los zapatos.

-Pero... no puedo esperar y desde su colegio son veinte minutos-

Martina sonrió, una de las cosas que había empeorado desde que Lourdes estaba embarazada era que su paciencia había desaparecido por completo -Se lo vamos a decir en el parque que hay al lado del colegio entonces, no le voy a decir a nuestra hija que va a tener un hermano o hermana mientras está en el asiento trasero de un auto-

-Bueno, el parque, puedo esperar hasta llegar al parque-

La morocha soltó una carcajada -Lu, llevamos ocultandolo un montón de tiempo, y ahora no podes esperar ni veinte minutos-

-Pero Mar... antes no podía porque lo dijo el médico, pero ahora... no puedo contenerme-

Martina negó con la cabeza y se acercó a ella besándola apasionadamente -Cada día te amo más-

La cara de la ojiverde se iluminó -Eso es conveniente, porque yo también-

Condujeron hasta el colegio y Lourdes estaba prácticamente saltando en su asiento. Las dos bajaron del auto y la niña estaba feliz de ver a las dos ya que normalmente se turnaban para ir a buscarla.

-Mi vida, vamos al parque que hay de camino a casa. Queremos hablar con vos- dijo Martina arrancando el auto para salir del estacionamiento del colegio.

-¿Es algo malo?-

-Nop- dijo Lourdes con una sonrisa girándose para mirar a su hija -Es algo muy bueno-

Unos minutos después las tres bajaron y Martina tomo el cuadro que habían pintado la noche anterior del maletero, asegurándose de que Isabella no podía ver el dibujo, y caminaron hasta una de las mesas que había en el parque.

-Veni a sentarte- dijo la morocha. Y cuando Isabella se sentó, cada una se puso a uno de sus lados.

-Queremos enseñarte un dibujo que hicimos- dijo Lourdes, y la morocha colocó el cuadro delante de la niña.

Isabella miró aquel dibujo con una sonrisa -Familia Gonzalez- dijo la pequeña leyendo las letras con cuidado, fue entonces cuando los ojos se posaron el pequeño bebé dibujado en los brazos de Lourdes. Miró a la izquierda y a la derecha mirando a sus madres en busca de una explicación -Hay un bebé- señalo

-Es tu hermano o tu hermana- dijo Martina

Isabella se llevó ambas manos a la boca soltando un pequeño grito -¿Voy a ser hermana mayor?-

Lourdes lo intentó, pero no podía contener sus lágrimas -Sí, mi amor- se limpio las lsgrimas que empezaron a caer

-¿Mami vas a tener un bebé? ¿Cómo cuando yo estaba dentro de tu barriga?-

-No- Martin acaricio su mejilla -Mamá va a tener el bebé, ya está creciendo dentro de ella-

Isabella soltó otro grito girándose ahora para mirar a Lourdes -¿De verdad?-

La ojiverde asintió e Isabella se lanzó a sus brazos para abrazarla fuertemente -Voy a ser hermana mayor- gritó cuando se separo provocando una risa de las dos mujeres


















Estar con ella- MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora