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Martina y Lourdes se despertaron en la misma posición en la que se habían quedado dormidas. Fueron despertadas por un ruido molesto, y aunque Martina gruñó por el sonido, Lourdes le recordó que era su casa, insinuando que pronto no lo sería. Martina se levantó de la cama y se puso el pijama de su novia, luego fue a atender a la puerta donde estaban su hermana y su hija.

Venían a ver si había arreglado la situación con Lourdes y Martina se sonrojó un poco al ver como su hermana le sonreía picaramente. Le pidió a Guada que entretuviera a Isabella mientras ella se duchaba y despertaba a Lourdes para hablar con ellas.

Después de agradecerle por cuidar a Isabella, la mujer de ojos marrones volvió a la habitación donde la castaña seguía dormida. Después de despertarla, le informó que Guadalupe e Isabella estaban en la casa y que quería hablar con ellas sobre lo sucedido la noche anterior. A pesar de sus nervios, Martina la tranquilizó y ambas fueron juntas al baño para ducharse. Al salir, se dirigieron al salón donde Isabella se lanzó a los brazos de Lourdes, quien la abrazó con cariño.

-Bueno- dijo la rubia mientras se sentaba junto a Guada y entrelazaba sus dedos con los de su hermana. Lourdes se sentó a su lado con Isabella sobre sus piernas. -Van a haber algunos cambios, y necesitamos hablar- Se giró para mirar a su novia, -en familia-

Guadalupe tenía una sonrisa en su rostro, esperando escuchar las palabras de su hermana.

-Lourdes me propuso que vivamos todas juntas- dijo Martina, -y dije que sí, pero también queremos saber su opinión-

La ojiverde lucía un poco pálida mientras observaba a Guadalupe y a Isabella, esperando ver su reacción.

-Sí, suena bien- dijo la adolescente con una sonrisa en el rostro.

La niña miró a Lourdes con curiosidad, así que decidió explicarlo mejor -Tu mamá quiere decir... que viviríamos aca las cuatro juntas, o... en otra casa, pero ya no... ya no habría dos casas, solo una para las cuatro-

Una sonrisa se dibujó en el rostro de la niña. -¿Todas juntas?-

Asintió. -Todas juntas-

-¿Todas las noches?-

Martina extendió la mano para acariciar la mejilla de su hija. -Todas las noches, ¿Qué te parece?-

Isabella abrazó a la castaña con fuerza. -Eso es lo que más quiero-

Lourdes sintió cómo se emocionaba y apartó la mirada para contener las lágrimas.

Guadalupe apretó la mano de Martina en señal de apoyo, mientras su hermana le sonreía.

El vivir juntas iba a ser un cambio fácil de asimilar. Tanto Isabella como Guadalupe ya tenían una habitación en la casa de Lourdes, pero era un paso importante porque dejarían el otro piso y pasarían a ser una familia unida en lugar de estar divididas entre las dos casas.

-Y también queríamos hablar de otra cosa- dijo la rubia dirigiéndose a su hija, quien la miró apartándose un poco de Lourdes. Esta parte era más delicada, Lourdes estaba muy nerviosa por cómo iba a reaccionar Isabella

Gualupe se puso en pie -las dejo a las tres un momento- dijo queriendo darles un poco de intimidad.

-No- la castaña la detuvo. -Por favor, quiero que... estemos todas- La joven estudió su cara y volvió a sentarse en el sofá.

-bueno- dijo Martina tratando de descifrar cómo explicarle. -Isa mi vida, queremos hablar con vos sobre Lourdes-.

Isabella miró a la mujer de ojos verdes que tenía en frente. -¿Qué pasa con Uli?-

Estar con ella- MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora