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Unas semanas después ambas mujeres fueron invitadas a una gala benéfica para recaudar fondos para la investigación contra el cáncer infantil

Las dos aceptaron la invitación y se estaban preparando para salir de casa cuando Isabella entró por la puerta -¿Puedo ir con ustedes?-

-No, mi vida- dijo Martina acercándose a ella.

-Pero una vez me dejaron ir- protestó la niña.

-Y te quedaste dormida media hora después de llegar- dijo Lourdes riendo.

-Pero...- empezó a protestar.

-Cuando seas mayor, irás con mamá a todos estos eventos y yo me quedaré en casa comiendo pizza y viendo películas, pero ahora tenes que irte a dormir- dijo Martina agachándose a su lado.

-¿Me vas a abandonar en el futuro?- dijo la ojiverde

Martina soltó una carcajada y volvió a mirar a su hija. -¿Queres que te lleve a la cama?-

Isabella finalmente asintió y su mama tomó su mano. De camino a la habitación de su hija, la morocha pasó por delante de la puerta de Emily y no pudo evitar sonreír al ver a su madre dentro cambiándole el pañal a su hija pequeña.

Acostó a Isabella y comenzó a leerle uno de sus cuentos favoritos. Estaba terminando cuando Lourdes entró y se sentó al otro lado de la cama. Cuando cerró el libro, la colorada se inclinó y besó la frente de su hija, y luego Martina lo hizo también.

-Cuando despiertes, estaremos aquí- dijo Lourdes -Y si necesitas algo, la abuela está acá para cuidarte-

-Las quiero- dijo la niña.

-Y nosotras a vos-

Las dos mujeres se levantaron y comenzaron a caminar hacia la puerta.

-Ma, mami- dijo Isabella y las dos se giraron para mirarla -Estan muy hermosas-

Las dos sonrieron ampliamente -Gracias, Bells- dijo Lourdes y finalmente salieron de la habitación.

Cuando llegaron al evento, Martina entrelazó una de sus manos con la de su mujer. Lourdes sabía que Martina todavía tenía ansiedad en estos eventos, ya que inconscientemente le recordaban a la noche donde había tenido su primer ataque, así que nunca se separaba de ella.

-¡Lourdes Gonzalez!- La ojiverde se giró al escuchar su nombre y vio a una mujer acercándose a ellas -¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estás?-

La mujer se acercó y le dio dos besos, Lourdes no soltó la mano de su mujer en ningún momento -Hola Valentina, realmente paso mucho tiempo- dijo con una sonrisa forzada, instintivamente apretó la mano de Martina -Ella es Martina, mi mujer-

La sonrisa flaqueó de los labios de Valentina durante un segundo, pero rápidamente la recuperó -encantada- dijo dándole dos besos.

-Igualmente- contestó la morocha apretando la mano de Lourdes también

Había escuchado hablar de Valentina, ella fue la primera novia de Lourdes y Gabriela, Ariana y Delfina no tenían nada bueno que decir de ella. Había escuchado historias horribles sobre la mujer que había manipulado a Lourdes y la había hecho sufrir innecesariamente.

-¿Así que te casaste?- dijo Valentina, su voz empezaba a irritar a Martina y solo habían intercambiado dos palabras.

-Felizmente sí- dijo Lourdes mirando a Martina, ambas sonrieron honestamente cuando sus ojos se encontraron.

-Me alegro, me alegro- pero algo en su tono de voz dejaba ver que no se alegraba tanto.

Valentina puso una mano en el brazo de la ojiverde y la movió de arriba abajo en un par de ocasiones. A Martina le pareció inapropiado, pero no dijo nada, solo apretó la mano de su mujer más fuerte.

-Bueno nos vemos, estás preciosa, Luli- dijo sonriendo y dándose la vuelta.

Lourdes inmediatamente bufó poniendo cara de disgusto -Por estas cosas odio estos eventos-

Martina sonrió y soltó su mano para tomar las mejillas de su mujer y obligarla a mirarla -Cuando te toque alguien más, los voy a matar- dijo con voz dulce, pese a lo amenazante del mensaje.

La colorada no lo pudo evitar y soltó una carcajada todavía con su cara entre las manos de su mujer e inclinó la cabeza hacia delante para dejar un beso en sus labios -Espero no terminar en la comisaría hoy- dijo sonriendo -Vamos a buscar la comida-

La noche transcurrió lentamente, pero para Lourdes y Martina no fue tan mala porque estaban en compañía de su persona favorita. La ojiverde hizo una donación muy generosa en nombre de la empresa y pronto era la hora de irse.

-Voy al baño, Mar ¿venis?-

-Voy por nuestros abrigos ¿Te espero en la puerta del baño?-

-Bueno- dejó un beso en sus labios antes de irse

Martina tomó sus abrigos y caminó en la dirección en la que había desaparecido su mujer y cuando llegó a la puerta decidió entrar.

-Pero Lourdes, solo quiero hablar con vos- escuchó la voz de Valentina

-¿De qué? Hace siete u ocho años que no nos vemos- dijo la ojiverde que parecía molesta -Sos una completa desconocida y no tengo ningún interés en retomar el contacto-

-Pero Luli...-

-Lu- dijo Martina en voz alta, y las dos mujeres se giraron para mirarla -Vamos a casa- expresó

Lourdes asintió y caminó hacia ella, mientras Martina la ayudaba a ponerse su abrigo, ignorando por completo la presencia de la otra mujer. Cuando terminó, acarició la mejilla de su mujer y se dirigió hacia la puerta.

-Y Valentina- dijo la morocha antes de salir. La mujer que parecía enojada la miró a los ojos con rabia -Si volves a poner una mano en mi mujer, te mataré- Tras decir eso, empujó la puerta y tiró de la mano de Lourdes para sacarla del baño.

Una vez fuera, la colorada empezó a reír a carcajadas -¿Y vos de qué te reis?- preguntó la mujer de ojos morrones con cara seria.

-Es que me encanta cuando te pones toda posesiva. Siempre sos tan calmada que es raro cuando te puedo ver así- respondió todavía sonriendo.

-Vos reite, que igual dormirás en el sofá- advirtió llevándola hacia la entrada donde las esperaba un auto

-Mar- Lourdes tiro de su mano para que deje de caminar -No te podes enojar conmigo, no hice nada. Además...- se acerco a su oído para susurrarle -me excita muchísimo cuando te pones así, protegiendo lo que es tuyo- dijo con voz seductora que hizo estremecer a Martina

-No sos mía- suavizó su tono -No sos de nadie-

-Sí, sí, lo que vos digas, pero de verdad que me excitas cuando te pones así- Lourdes acerco su cuerpo al de Martina dejando sus labios a unos centímetros -Así que... no te enojes conmigo... pero... no puedo esperar a llegar a casa- La última parte no fue más que un susurro.

La morocha tragó saliva -Vas a matarme si seguis hablando asi- dijo sin moverse, con sus labios a milímetros de los de su mujer

Fue entonces cuando por su visión periférica notó movimiento y giró la cabeza para ver a Valentina al final del pasillo mirándolas.

Martina puso una mano en la nuca de Lourdes conectando sus labios con pasión. La ojiverde correspondió al beso sorprendida por la intensidad y cuando por fin se separaron, notó que Martina no la miraba a ella miraba algo detrás de su cuerpo.

La colorada sonrió -¿Está detrás nuestro verdad?- susurró.

Martina volvió a mirarla -Sí-

-Me excita- repitió -Me excitas demasiado-

Martina negó con la cabeza y se separó un poco de Lourdes, volviendo a tomar su mano -Vamos a casa-

-Sí, señora- dijo Lourdes apoyándose en su brazo mientras caminaban -No puedo esperar- susurró y giró la cabeza para darle un beso en el cuello a Martina



















Estar con ella- MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora