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Siete días

Pasaron siete días en los que Lourdes seguía teniendo ataques y los médicos no podían descubrir por qué. Martina ya no tenía lágrimas que llorar ni dioses a los que rezar, pero estaba decidida a descubrir qué pasaba. Había llamado a médicos de todo el país y finalmente había pagado una cantidad ridícula de dinero para poder traer a una especialista.

-¿Cómo estás, amor?- preguntó la rubia acariciando la frente de Lourdes con cuidado.

La otra mujer parecía agotada con enormes bolsas oscuras debajo de sus ojos. Nunca sabían cuándo iba a ocurrir la siguiente convulsión y todos vivían en un estado permanente de tensión.

-Acostate conmigo un rato, por favor- susurró. Parecía tan rota, tan pequeña, que Martina ni siquiera protestó. Con sumo cuidado se acostó a su lado -Estoy muy cansada-

-Cerra los ojos, estoy aca, no me voy a ir- respondió Martina

-Tengo miedo de... de cerrar los ojos y que vuelva a pasar- confesó

Martina no le dijo que no pasaría, porque sabía que era probable que volviera a tener un ataque pronto, así que decidió decir otra cosa -Si pasa, estaré aca, a tu lado-

La castaña poco a poco cerró los ojos y dejó a su cuerpo descansar, sintiendo el aliento de su prometida sobre su cuello.

Martina trataba de ser fuerte, pero estaba completamente desesperada. Nunca había tenido tanto miedo en su vida.

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Dos días después, la especialista llegó y a Lourdes le realizaron numerosas pruebas. A pesar del cansancio, vio la determinación en la mirada de la doctora y supo que no se rendiría hasta descubrir qué le estaba sucediendo.

Mientras tanto, Martina estaba sentada a su lado, hablándole en voz suave para no alterarla, compartiéndole cosas sobre Isabella. La niña siempre lograba dibujar una sonrisa en los rostros de ambas. Aunque no la dejaban visitar mucho por miedo a que presenciara uno de los ataques, cuando lo hacía, Lourdes sentía una inyección de energía. No podía rendirse, sobre todo cuando Isabella la esperaba en casa.

Fue entonces cuando la doctora Gravano entró apresurada a la habitación con unos papeles en la mano, sorprendiendo a ambas mujeres

-Lo tengo, sé por qué suceden los ataques, es una enfermedad rara- anunció la doctora.

Luego comenzó a recitar una serie de términos médicos que Lourdes no lograba comprender.

-Pero... ¿hay solución?- preguntó con temor.

-Sí, pero necesitas... un trasplante de médula. Tu cuerpo está rechazando tu propia médula porque cree que está enferma, por eso ocurren los ataques- explicó la doctora.

-¿Con el trasplante mejorará?- en sus ojos se notaba la esperanza.

-Debería recuperarse al cien por cien- respondió la doctora con una sonrisa.

Martina respiró profundamente y se inclinó para besar con cuidado los labios de Lourdes -Te vas a poner bien- le aseguró.

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Los siguientes días fueron frustrantes. Martina fue la primera en ofrecerse como donante, pero los resultados mostraron que eran incompatibles. Tras una serie interminable de pruebas, Gabriela, Fabian, Ariana, Franco, Delfina, Angie, Brisa y Micaela se sometieron a ellas, pero ninguno resultó ser compatible con Lourdes

La mujer fue incluida en una lista de donantes, pero Martina no podía aceptar que podrían pasar meses antes de encontrar un donante compatible. No quería ver sufrir a su amor en el hospital.

Mientras estaba sentada afuera de la habitación de Lourdes, tratando de asimilar la nueva decepción tras recibir los resultados de Brisa, sintió que alguien se sentaba a su lado. Al girar su cabeza vio que era su hermana

-Guada- la saludó sorprendida -¿Qué haces aca?-

Guadalupe puso una mano en su espalda -Vengo a hacerme las pruebas-

Martina abrió los ojos -No... no tenes que hacer eso... sos una niña todavia no...-

-No soy una niña, soy una mujer- respondió Guadalupe -Y voy a hacerme las pruebas. Si soy compatible, voy a hacer esto por Lourdes-

-Escúchame... hay riesgos... efectos secundarios de la operación- dijo la rubia un poco alterada. Quería que Lourdes se recuperara, pero tenía miedo de que algo le sucediera a su hermana.

-Te quiero, y sé que te cuesta dejar de protegerme, pero voy a hacer esto. Además, todavía no sabemos si soy compatible- afirmó

Martina no estaba segura, pero justo en ese momento llamaron el nombre de Guadalupe y ambas se levantaron para dirigirse hacia la sala donde le realizarían la extracción. Media hora después, las hermanas salieron de la sala.

-¿Dolió mucho?-

Guada negó -Estoy bien. Vamos a ver a tu prometida-

Martina asintió y juntas caminaron hacia la habitación de Lourdes. A pesar del evidente agotamiento de la mujer, sonrió al verlas entrar.

-¿Cómo estás Luli?- preguntó Guada sentándose a su lado en el borde de la cama.

-Bien. Me alegra verte- respondió

Hablaron durante casi una hora y finalmente la joven se despidió de ambas para regresar a casa, o más bien, a la casa de los Gonzalez donde ella e Isabella se estaban quedando.

-Guada se hizo las pruebas- dijo Martina una vez que se quedaron solas

Lourdes giró rápidamente la cabeza al escuchar esas palabras -¿Qué?-

-Esta tarde-

-Mar, no, ella no puede... ella no... y si pasa algo... no- expresó preocupada.

Martina suspiró y tomó la mano de Lourdes -Dije lo mismo Lu, me asusta... porque para mí es una niña, pero lo cierto es que es una adulta... y quiere hacer esto por vos-

La ojiverde apretó su mano -¿Y si le pasa algo? ¿Y si le queda alguna secuela?-

-No nos vamos a adelantar ¿si? Todavía no sabemos si es compatible-

Lourdes asintió y volvió a apretar su mano -Tengo miedo-

-Yo también- suspiro -Pero te vas a poner bien, y... nos vamos a casar y vamos a... tener bebés y... un perro... podemos tener un perro también y... nos vamos a olvidar de todo esto-

-¿Me lo prometes?-

-Te lo juro- dijo antes de inclinarse y besar su frente con cuidado



















Estar con ella- MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora