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DOS AÑOS DESPUES

Lourdes caminaba apresuradamente por los pasillos pero finalmente se rindió y empezó a correr sin importarle las miradas curiosas que la seguían mientras se dirigía a los ascensores.

Una vez dentro, varios empleados se enderezaron al verla y ella pulsó uno de los botones. -Que nadie pulse ninguna planta más, es una emergencia- dijo colocándose delante del panel y todos asintieron manteniéndose en silencio.

Cuando finalmente las puertas se abrieron en la planta adecuada, salió corriendo de nuevo y avanzó por el pasillo, feliz de haber dominado el arte de correr en tacones hace años. Cuando vio su destino, suspiró y abrió la puerta recorriendo la habitación con los ojos hasta que la vio.

En tres zancadas, la ojiverde estaba delante de Isabella, alzándola y abrazando a la pequeña de casi cuatro años que lloraba desconsoladamente.

-mi vida- susurró acariciando su espalda. -Shh, acá estoy-

-Se dio un golpe con una de las estanterías- dijo la mujer que estaba cuidando de la niña mientras se paraba -La enfermera la reviso y está bien, pero le duele-

Lourdes separó un poco a la niña de su cuerpo para analizar su cara, estaba roja de llorar y en su frente descansaba una tirita de colores.

-¿Debería llevarla al hospital?- pregunto preocupada

La mujer colocó una mano en su espalda para tranquilizarla. -No, de verdad, solo necesita un poco de cariño-

-Eso puedo hacerlo- volvio a acercar a la niña a su pecho y dejando un beso sobre su mejilla. -gracias-

La mujer le dedicó una sonrisa triste mirando la cara de Isabella y asintió. -Nos vemos pronto Isa-

La niña no contestó y se apretó más fuerte al cuello de Lourdes

La empresaria salió por la puerta susurrando palabras de cariño a la niña tratando de tranquilizarla y se dirigió a su auto olvidando por completo sus responsabilidades porque Isabella la necesitaba en esos instantes.

Cuando llegó al garaje la niña no la soltaba, estaba bastante alterada así que Lourdes caminó hasta la entrada del edificio le hizo un gesto al chofer que abrió la puerta trasera y se subió al auto de la empresa que las llevó hasta su casa.

La ojiverde salió con la pequeña en brazos y avanzó hacia la puerta. Le dolían un poco los brazos, Isabella ya no era la niña que conoció, pesaba mucho más, pese a que era pequeña para su edad, pero Lourdes tenía la manía de llevarla abrazada a su pecho a todas partes.

Finalmente llegó al living y fue entonces cuando se dio cuenta de que Isabella se había quedado dormida, probablemente agotada de tanto llorar. La mujer se dirigió a la habitación de la niña y la tumbó con cuidado en su cama observando su cara durante unos instantes y asegurándose de que su frente no estaba hinchada en el lugar donde se había golpeado.

La mujer de ojos verdes decidió encender el monitor para bebés que aún había instalado en la habitación. Ya no lo usaban casi nunca, pero Isabella se había lastimado y quería asegurarse de que estaba bien.

Lourdes salió de la habitación suspirando y se dirigió a la suya para sacarse los tacones y el traje. En cuanto estuvo cambiada sacó el telefono para hacer la llamada que había estado evitando.

-¿Lu?

-Hola Mar-, dijo mientras encendía el monitor para poder ver a Isabella mientras dormía y se sentó en el borde de la cama.

-¿paso algo?- Preguntó al notar la pesadez en la voz de Lourdes

-No quiero que te preocupes, pero Bells se lastimó en la guardería-

Estar con ella- MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora