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La recuperación de Lourdes fue rápida y poco a poco sus vidas fueron volviendo a la normalidad, aunque la empresaria a veces encontraba a Martina mirándola con preocupación, como si temiera que fuera a caer al suelo convulsionando de nuevo, pero por suerte no volvió a pasar.

Tres semanas después, la ojiverde entró a la empresa con la cabeza alta, saludando a todos sus empleados, y cuando entró en su despacho suspiró aliviada de estar de vuelta en el trabajo. A media mañana llamaron a su puerta.

-Lu ¿Cómo estás?- dijo Martina asomándose detrás de la puerta.

-Bien- dijo Lourdes con una sonrisa.

La rubia entró en el despacho y se acercó a ella. -¿Segura? ¿Te duele la espalda? ¿La cabeza? ¿Estás cansada?-

La empresaria tiró de Martina y la mujer quedó sentada de lado sobre sus piernas -Estoy perfectamente-

-¿Me dirás si te duele algo, verdad?-

-Te lo prometo-

Martina asintió y dejó un beso en su cuello -Bueno- ambas se quedaron en silencio hasta que ella lo rompio -¿Qué tal tu día?-

-Bien, aburrido- dijo Lourdes -Pero nunca me había hecho tan feliz tener un día normal-

Martina asintió, y dejó otro beso en su cuello, pero después se levantó estirando las arrugas de su falda -Yo me tengo que ir, tengo mucho trabajo atrasado, y me dijeron que la jefa está de vuelta, no quiero que me echen la bronca-

Lourdes soltó una carcajada -Dame un beso-

Martina se inclinó sobre su silla y la besó lentamente durante unos segundos -Llámame si me necesitas-  comenzó a caminar hacia la puerta y en ese momento su celular comenzó a sonar en su mano y cuando bajó la vista vio que era Lourdes. Se dio la vuelta con el y vio a su prometida con su propio celulae en la oreja.

La rubia sonrió y contestó la llamada.

-¿Sí?-

-Te necesito, Mar-

Martina soltó una carcajada y colgó acercándose para dejar otro beso en sus labios -Nos vemos en unas horas, te amo-

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Aquella misma noche cuando Martina se metió en la cama, Lourdes la estaba esperando con una sonrisa.

-¿Por qué sonríes?-

La ojiverde se encogió de hombros -Porque sí-

Martina dejó un beso en sus labios y se acomodó entre las mantas. Lourdes se acercó a ella y una de sus manos comenzó a recorrer el costado de su prometida sin dejar de sonreír, pero una de las manos de la diseñadora detuvo su movimiento.

-No, Lourdes...-

La ojiverde se puso colorada por la vergüenza de que la hubiese rechazado la primera vez que intentaba acercarse a ella íntimamente después de su enfermedad. Sintió el calor en sus mejillas y apartó la mano que estaba todavía sobre el cuerpo de Martina y la colocó debajo de la almohada.

-Buenas noches...- La empresaria cerró los ojos, la rubia la observó con evidente dolor por el rechazo, pero ella temía hacerle daño después de su operación.

-Perdón- susurró, pero la otra mujer no abrió los ojos -Lu- dijo un poco más alto -abre los ojos-

Lourdes no dijo nada, ni siquiera se movió, pero sus ojos se abrieron -Perdón, no quería avergonzarte- dijo Martina mientras buscaba una de las manos de la empresaria para entrelazar sus dedos debajo de las mantas -Tengo miedo de hacerte daño- confesó.

Estar con ella- MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora