Isabella caminó hacia la clínica agarrando las manos de sus madres, una a cada lado. La niña estaba nerviosa, ya que hoy iban a saber si va a tener un hermano o una hermana, algo muy importante para ella. Lourdes soltó la mano de su hija para ir al mostrador, mientras Martina se sentó en una de las sillas de la sala de espera con la pequeña en su regazo.
-¿Mami, vos queres un niño o una niña?-
-Yo quiero un bebé sano- respondió sonriendo
La niña negó con la cabeza -Tenes que elegir, ¿cuál preferis?-
Martina levantó la vista para mirar a Lourdes -Me gustaría tener otra niña, pero un niño me haría igual de feliz-
-Yo creo que también quiero una hermana- dijo la niña -Vos tenes una y mamá... mamá tiene dos-
-Mamá también tiene un hermano- agregó la morocha
-Bueno, después podemos tener un hermano también- dijo Isabella como si fuese así de fácil.
Lourdes se acercó a ellas -¿Preparada Bells?-
-Sip-
Pocos minutos después fue su turno y las tres entraron en la consulta. Lourdes se tumbó en la camilla tal y como le indicó la enfermera mientras esperaban a la doctora.
-Mamá, ¿no estás malita otra vez verdad?- preguntó Isabella preocupada.
-No, claro que no- respondió Martina antes de que Lourdes pudiera contestar -Ir al médico no siempre es malo. Hoy es un día feliz, nadie está enfermo-
La niña asintió y empezó a mover su peso de una pierna a otra nerviosa por lo que iba a ocurrir.
Cuando empezó la ecografía, la pequeña no entendía nada, solo veía formas borrosas en aquella pantalla, pero sus madres parecían felices con lo que la doctora señalaba.
-Es el momento- dijo la doctora con una sonrisa -Isabella, ¿preparada para saber si es un niño o una niña?- La niña asintió repetidamente -Por lo que puedo ver... estan esperando una niña, felicidades-
Martina empezó a reír y dejó un beso rápido en los labios de Lourdes, después alzó a Isabella en brazos -Una niña ¿qué pensas?-
Isabella no contestó, estaba demasiado emocionada, pero Martina la dejó sobre la camilla y ella rodeó el cuello de Lourdes con sus brazos -Es una niña-
-Sí- dijo Lourdes con ojos brillantes -una niña-
La doctora observó la escena y con cuidado limpió el gel del vientre de la ojiverde y comenzó a imprimir fotos para que se lleven a casa.
-¿Entonces está todo bien?- preguntó Martina sin dejar de sonreír.
-Todo perfecto. Es una bebé sana y fuerte- respondió la doctora.
-Gracias-
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Lourdes nunca había sido tan miserable en su vida, incluyendo sus dos estancias en el hospital. Su primer y segundo trimestres fueron normales, pero a partir del séptimo mes su salud empezó a empeorar. Le dolía todo lo que le podía doler: la espalda, las piernas, los brazos... incluso le dolía la raíz de su cabello cuando se acostaba sobre la almohada. Su cuerpo estaba reaccionando al embarazo de una manera extrema, y lo peor era que no podía hacer nada, solo esperar a que el tiempo pase. Lourdes estaba de ocho meses, quedaba poco, pero para ella parecía una eternidad.
Martina comenzó a preocuparse por la posibilidad de que su esposa estuviera experimentando una depresión perinatal. Cada día veía a la ojiverde apagarse un poco más, ya no quería levantarse de la cama.
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Estar con ella- Martuli
RandomQuien diría que besar a una desconocida en un callejón iba a cambiar su vida para siempre