Capítulo 32

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No era justo que se viera tan bien, se quejaba Cristal en su mente. Lo había visto llegar y automáticamente Adolfo se había pegado a él. En ese momento le estaba presentando a todos los invitados como si fuese el festejado.

No esperaba una traición semejante.

El cumpleaños de Andrés había comenzado hacia una hora, aunque aún era temprano y faltaban algunas personas, como Pablo, quien iba de camino en compañía de su hermana Brenda, muchos grupos se habían formado.

Ella estaba apartada de la muchedumbre, sentada junto a la barra.

—¿Le sirvió algo, señorita? —preguntó el barman.

—No, gracias —de pronto vio a Beltrán reír y apretó la mandíbula—. Pensándolo bien, me gustaría beber un cóctel.

—En marcha —dijo el joven y ella volvió a sumergirse en sus pensamientos.

Carla la vio abatida y dejó a las primas de su novio para ir a su encuentro.

—¿Todo en orden? —preguntó cautelosa. Si bien había música, esta permitía conversar con normalidad.

—Claro, mi novio aún no llega y mi primer amor es la sensación de la fiesta. Estoy de maravilla.

—Agradezco que confíes tanto en mí como para decir semejante discurso autoflagelante en mi presencia —la rubia gruñó y el barman le alcanzó su bebida—. Empezaste fuerte.

—¿Crees que tu novio se tomaría a mal si me voy?

—Sí y yo también —Carla la abrazó por los hombros—. Vamos, Cris, cambia la cara. Estás preciosa. Beltrán abrió la boca tan grande que casi le llegó al suelo cuando te vio.

Por un segundo, su rostro se iluminó. La verdad es que se había esmerado particularmente en verse bonita para la ocasión.

Se puso el vestido más entallado y sexy que tenía, había peinado su cabello con una coleta baja y maquillado más que de costumbre. Laura había celebrado su elección, aunque le sugirió que no se despidiera de su padre sin ponerse algo encima solo por si acaso.

Estaba arrebatadora y lo sabía.

Se recompuso súbitamente al darse cuenta de que la mención de Beltrán, impresionado por ella, había mejorado su talente.

—No me importa Beltrán —indicó, aunque sabía que estaba mintiendo.

—Es azul —dijo la otra simplemente como si con ello explicara su punto.

Cristal abrió la boca. Dándose cuenta del detalle de su vestido.

—¿Qué...?

—Eso dijo al verte. Textualmente ¿Qué significa?

¿Qué significaba? ¡Que la noche de la fiesta de egresados ​​ella también había vestido de azul!

—Dios —se dio una palmadita en la frente ¿A qué hora pensaba aparecer Pablo?

Como si lo hubiera invocado, su celular vibró y leyó un mensaje de su novio en el que le avisaba que estaba en la puerta. Se disculpó con Carla, la que tenía una expresión inescrutable, y se dirigió a la entrada.

Una vez allí recibió un cálido abrazo y un suave beso en los labios.

—Estás espectacular —alabó él. Pablo era un joven apuesto y con un aire maduro muy atrayente. No se podía decir que era guapo en el sentido estricto de la palabra, pero no dejaba de resultar atractivo.

Tenía el cabello castaño rojizo y los ojos oscuros. Era alto y muy delgado con un aire intelectual que le había gustado en cuanto lo había conocido.

El día que me quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora