Tuvo que pasar una semana para que a Cristal le dieran el alta. En cuanto había sido autorizada por el médico se había ido en compañía de su padre y su hermana Laura del hospital jurando no volver a menos que fuese necesario. En su casa fue recibida por el resto de su familia y por Beltrán, quien llevaba un ramo de flores y un osito de peluche como regalo. Su gesto le derritió por completo.
—No es mi graduación —dijo, aunque los aceptó de buen agrado.
—Pero es un día importante para ti —replicó tomándola de la cintura para abrazarla—. Estoy feliz de verte bien.
—Gracias, Beltru. Echaba de menos abrazarte —murmuró poniéndose de puntillas—. Estar en un hospital es lo peor.
—Eres kinesióloga, vas a trabajar en hospitales ¿No?
—Voy a seguir una especialidad —informó, era algo que ya tenía decidido, pero que no le había dicho—. He elegido la kinesiología deportiva como mi profesión.
—¿Vas a trabajar con deportistas? Tendré que anotarme en un gimnasio para que no me cambies por algún tipo de cuerpo escultural —espetó juguetón.
—No te voy a cambiar por nadie nunca —le besó en los labios suavemente.
Habían anhelado tanto ese beso que no pudieron negárselo, aunque hubiese público presente. Por lo mismo no fue más que un roce delicado y respetuoso.
—Son tan cursis que no lo soporto —se quejó Nicolás, su mellizo no lo apoyó. Le extrañó su mutismo y lo sorprendió mirando a la pareja con ternura—. Oye, yo aún no confío del todo en este tipo.
—Él la ama de verdad —defendió Benjamín—. Estoy seguro, Nico.
El mayor de los dos ladeó la cabeza, intrigado. Sospechó que su hermano manejaba información que él no.
—¿Cómo puedes estar seguro? No lo conocemos.
—Porque le abrió su corazón a nuestra hermana —replicó, enigmático. Benjamín no le contaría a nadie el secreto que guardaba de Beltrán, pero le defendería en cada oportunidad que tuviera en compensación por haberse inmiscuido en su privacidad—. Dale el beneficio de la duda, hermano.
El padre se acercó a los muchachos y les abrazó por la espalda. Sus hijos eran más altos que él, lo que resultaba gracioso porque para Alberto seguían siendo sus niñitos.
—Basta de secretear ustedes dos —les dijo.
Cristal se giró hacia los tres y les guiñó el ojo.
—¿No hay una comida de bienvenida para mí?
☆☆☆
Matías daba vueltas por el departamento como un león enjaulado con el celular pegado a su oreja. Su madre tomaba un té, sentada cómodamente mientras lo observaba rabiar.
—¿Es que no pueden hacer nada sin mí? —se quejaba—. Dije que no invirtieran en esa empresa —escuchó la réplica y farfulló entre dientes—. Claro que siempre existe riesgo al invertir, pero esa empresa no tiene ninguna garantía —su interlocutor volvió a retrucar—. Pues reza que no lo perdamos todo, porque entonces yo mismo te cortaré las... —su madre carraspeó con energía—. Solo arréglalo. Hablo en serio.
Colgó cansado y se dejó caer en el sofá junto a Diana.
—¿Problemas en tu trabajo?
—Voy a tener que regresar antes que nos vayamos a la quiebra.
—¿Por qué parece que no tienes ganas de volver? —inquirió ante su molestia evidente.
—Porque no tengo ganas de volver —corroboró—. No mientras el juicio en contra de Alicia no se lleve a cabo. Quiero acompañar a mi hermano en el proceso.
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El día que me quieras
Romance¿Cómo añorar lo que nunca se ha tenido? Si él nunca ha conocido el amor ¿por qué de pronto tiene ojos solo para ella? Cristal siempre ha tenido todo lo que ha deseado. Su vida transcurre sin sobresaltos entre el colegio, sus amigos y su amorosa fam...