Capítulo 47

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—Me cuesta hacerme la idea, pero a la vez me encanta —dijo Carla sentada en la terraza del departamento de Beltrán con Cristal a su lado.

Los chicos estaban en el otro extremo intentando encender el fuego para hacer la barbacoa.

—A veces temo de mi propia felicidad. Es tan extraño —suspiró Cristal mirando como Beltrán agitaba un cartón energéticamente para azuzar el fuego sin éxito— ¿No te parece demasiado guapo?

—Ay, ya basta —se quejó Carla dándole un golpecito en el hombro—. Estás en la fase del enamoramiento en que lo ves con filtro de corazones.

—¿Una fase? ¿Quieres decir que luego ya no lo veré así? —inquirió fingiendo ignorancia. Su amiga rodó los ojos.

—Permíteme burlarme de ti un rato —desde el otro extremo de la terraza los chicos chocaron las manos—. Hombre encender fuego, hombre ser feliz —dijo sin conjugar los verbos, burlesca.

—No te rías, llevaban mucho rato tratando de encender el carbón para la parrilla.

—Vamos a cenar muy tarde y tengo hambre ¿no te molesta irte sola tan de noche a tu casa? —preguntó Carla y volteó a ver a Cristal. Lo que encontró le hizo fruncir el ceño, su amiga estaba roja hasta las orejas—. No vas a irte a casa hoy —acertó para desconsuelo de ella.

—Le dije a mi papá que ustedes se quedarían también. Él no me prohíbe estar a solas con Beltrán, pero...

—Te da vergüenza que tu papá sepa que vas a dormir con tu novio. Lo entiendo.

—Es más que eso —susurró—. La verdad es que quiero estar a solas con Beltru, no porque esté buscando tener sexo con él, sino que me gustaría poder conocerlo mejor. Me siento cómoda a su lado, libre de hablar de cualquier cosa y quiero que se sienta de la misma manera conmigo.

—¿Debo inferir que aún no ha pasado nada entre ustedes? —Carla bajó la voz también.

—He percibido que siente el mismo deseo que yo, pero se detiene antes de dar el paso ¿crees que haya algo mal conmigo? —preguntó, sus ojos azules tenían un brillo sospechoso. Triste y preocupada.

A Carla le conmovió y negó.

—Absolutamente no. Es cosa de verlos juntos para darse cuenta de que ese hombre se muere por ti.

—Pero me oculta algo —porfió—. Necesito descubrir qué es para que nuestra relación avance.

—Confía en tus sentimientos y en los de él. Verás como las cosas mejorarán —aconsejó con la experiencia que le daba su propia relación sentimental de años—. Además, siempre puedes ayudarle un poquito.

—¿Cómo? —Cristal se acercó a Carla y esta le habló directamente al oído haciéndola sonrojar más de lo que ya estaba.

☆☆☆

A Beltrán la tarde se le pasó volando. Compartir con sus amigos le había inyectado de energía y positivismo. Asar la carne con Andrés había sido desafiante, pero divertido a la vez. Su hermano era muy diestro en el arte del asado, él no. Su amigo tampoco sabía tanto y terminaron quemando un trozo de carne y dejando muy crudo otro.

Cuando lograron tener lista la comida, las chicas les ayudaron con las ensaladas y se sentaron los cuatro a la mesa. Bebieron un poco de vino, pero no lo suficiente como para embriagarse y disfrutaron de un rato muy agradable antes de que Carla y Andrés se excusaran y los dejaran solos.

—Va a ser medianoche —dijo él, acababan de ordenar y ya no tenían nada más que hacer— ¿Quieres ir a la cama? —preguntó con total inocencia.

El día que me quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora