Cristal estaba experimentando un ataque de pánico. Sudaba, le costaba respirar y el corazón se le iba a salir del pecho.
Necesitaba ver a Beltrán.
Tomó su celular y buscó el vuelo más próximo a la ciudad donde estaba. No había ninguno hasta dentro de una semana.
—¿Hija? —le llamó a su padre— ¿Estás bien? —ella negó repetidamente.
—Papá, cometí un error muy grande con Beltru —lloró y se dejó abrazar por él.
—Mi vida, no llores. Tienes que calmarte para que podamos hablar.
Cristal lo abrazó y lloró con fuerza. Le inundó la culpa.
Beltrán no la había dejado por capricho hacía cinco años, había sufrido una violación siendo solo un niño y su madre... ¡Dios, su propia madre! Había sido quien lo había entregado a un monstruo.
¿Y qué había hecho ella? Se había enojado cuando Beltrán solo había merecido amor y comprensión. Su novio había recompuesto su vida como había podido. Era un niño inocente al que le habían arrebatado su fe en la gente de una forma brutal.
Había sido siempre el compañero callado del salón, el chico de mirada triste que todos habían ignorado ¿Cuántas lágrimas había derramado en soledad? Pasó por alto su dolor y se dejó encandilar por su aura de misterio sin preocuparse del motivo de su personalidad.
La imagen de ese niño le encogió el corazón. Beltrán había sufrido más allá del ultraje de su cuerpo. Habían socavado su espíritu y aun así había tenido la fortaleza de avanzar.
De amarla.
De luchar por ella por más que le despreciara continuamente y le refregara que tenía a Pablo como el novio perfecto. No se había rendido porque la amaba de verdad y quién sabía cuánto le había costado generar la confianza suficiente como para hacer el amor con ella. Por ello no aceptaba cederle el dominio de sus encuentros. Había tenido miedo con justa razón.
—Papá, tengo que verlo —dijo en medio de su lamento.
—¿Discutiste con él? —ella susurró una respuesta negativa— ¿Le fallaste de alguna manera?
—Quizás sí —respondió—. Debí captar sus señales y no presionarlo tanto —era irracional lo que estaba diciendo y su padre lo supo.
—Hija, mírame —ella esquivó los ojos de su papá, tozuda—. Beltrán te ama, se ve en cada gesto suyo y no creo que nada de lo que hubieses hecho lo presionara.
—Pero...
—Habla con él primero antes de sacar conclusiones precipitadas —Cristal tomó aire y calmó el ritmo de su respiración—. Confía en él, pero ante todo confía en ti.
La joven inspiró con calma. Su padre tenía razón. No conseguiría nada desesperándose. Beltrán era su novio y la persona que más amaba, tenía que creer en él. La había escogido como su pareja y no lo hubiese hecho si ella le hubiese dañado de alguna forma, se dijo.
Ninguno prestó atención al jovencito que se acercó a ellos y se quedó de pie a distancia.
—Perdóname, Cris, lo siento mucho.
El padre vio como su hijo menor retorcía las manos y le temblaban los labios. Le dolió verlo tan afectado. Benjamín era de todos sus hijos el más sensible.
Le indicó que se acercara y lo atrajo a sus brazos, cubriéndolos a ambos.
No sabía cuál era la implicancia de Benjamín en todo eso, pero estaba seguro de que Cristal lo perdonaría.
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El día que me quieras
Romantizm¿Cómo añorar lo que nunca se ha tenido? Si él nunca ha conocido el amor ¿por qué de pronto tiene ojos solo para ella? Cristal siempre ha tenido todo lo que ha deseado. Su vida transcurre sin sobresaltos entre el colegio, sus amigos y su amorosa fam...