Andrés hizo parar un taxi y sin ceremonias Cristal se subió en él.
—Iré contigo —afirmó sin darle espacio a que se negara. Ella accedió a que la acompañara con un asentimiento—. No te dejaré sola.
El taxista fue testigo de la turbación de los chicos. Ninguno habló durante el viaje al hospital y la tensión cargó el ambiente de inquietud.
La llamada de Alberto había sido corta y demandante. Le había exigido a su hija ir al hospital urgentemente.
El desenlace era inminente.
Andrés le envió un mensaje a Aldana para ponerla al corriente y otro a Adolfo para que fuera si quería estar presente. Dudó si hacer lo mismo con Beltrán, pero la razón se impuso y también le escribió.
Respondió al instante y Andrés esperaba que apareciera en el hospital para apoyar a Cristal.
Al llegar a todo era un caos. Había mucha gente que Andrés no conocía, pero pensó que se trataban de familiares y cercanos que estaban acompañando a los Brunetti.
Andrés quedó rezagado cuando Cristal corrió hasta al cuarto donde estaba reunida su familia, a la espera de sus amigos. Adolfo y Aldana llegaron juntos media hora después y los tres se fundieron en un abrazo.
—¿Dónde está Cris? —preguntó Adolfo buscándola con la mirada.
—En la habitación de su mamá. Solo ella, su padre y hermanos están ahí —miró hacia él resto de las personas—. Algunos entraron antes a despedirse, pero solo ellos se quedarán hasta el final. Nadie más puede pasar.
—No puedo creer todo esto —Adolfo se llevó las manos a su corto cabello.
—¿Y Beltrán? —inquirió Aldana. Sus amigos se miraron entre ellos— ¿sabe que la mamá de Cristal está agonizando?
—Le avisé, pero no ha llegado —los tres guardaron silencio, como el resto de los presentes. Era un momento muy triste y compadecían a Cristal sin saber qué más hacer.
Adolfo se sintió decepcionado de Beltrán, había dejado atrás sus sentimientos hacia la chica por la evidente atracción que había entre ellos. No sentía dolor ni despecho, pero no podía evitar sentirse traicionado por su nuevo amigo.
Pasaron unas dos horas antes de que la puerta de la habitación se abriera. Todos contuvieron el aliento cuando el padre de familia, con lágrimas en los ojos, agradeció la compañía de sus cercanos y anunciaba, con la voz quebrada, que su amada esposa había partido rodeada del amor de sus hijos y de su esposo.
☆☆☆
Beltrán estaba alejado del tumulto, pero estaba ahí ¿Cómo no estarlo? Aún a la distancia no podía dejar sola a Cristal.
Escuchó las palabras de Alberto Brunetti y suspiro pesadamente.
Tomó rumbo hacia la salida con la cabeza gacha y los hombros caídos.
—Quédate, hermano —pidió Matías—. Cristal se sentirá mejor si la acompañas.
Fue él quien le avisó a Matías lo que estaba pasando y este apareció con Diana. El primer encuentro con la esposa de su padre estuvo lejos de ser lo que había esperado, ella le abrazó y automáticamente le hizo sentir mejor.
Su mirada contrariada debía alertar a su madrastra, quien negó con la cabeza.
—No lo presiones, Matías —Diana se acercó a Beltrán y se dirigió a él con tacto—. Si quieres irte, podemos pedirle al chófer que te lleve al hotel.
—Gracias —respondió el aludido.
—Ni de broma —se opuso Matías—. Esta noche te irás a casa conmigo —zanjó. Su madre rodó los ojos, pero al mirar a Beltrán se dio cuenta que la idea no le desagradaba.
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El día que me quieras
Romance¿Cómo añorar lo que nunca se ha tenido? Si él nunca ha conocido el amor ¿por qué de pronto tiene ojos solo para ella? Cristal siempre ha tenido todo lo que ha deseado. Su vida transcurre sin sobresaltos entre el colegio, sus amigos y su amorosa fam...