Capítulo 14

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Beltrán recibió un mensaje de su hermano preguntándole la hora de salida del colegio para ir a buscarlo, le contestó rápidamente.

"He decidido entrar al taller de fútbol y hoy tengo una prueba"

Matías respondió que pasaría por él de todos modos y lo invitaría a comer algo por ahí.

Cristal había llegado tarde a una de las clases y el profesor le había castigado dejándole la tarea de ordenar el salón.

—Les alcanzo en cuanto termine —le dijo resignada haciendo un puchero.

—¿No quieres que te ayude? —se ofreció rápidamente, ella negó.

—No busques excusas para no ir al entrenamiento —regañó poniendo una mano en su cadera, con la otra sostenía una escoba lo que le daba un aspecto gracioso—. Vete ya.

—Vale, ya voy —accedió él sumisamente—. Nos vemos más tarde.

Adolfo observaba el intercambio de los dos con resignación. Si antes sus posibilidades con Cristal eran bajas, en ese momento eran nulas.

No había que ser un genio para darse cuenta de que entre dos de ellos había mucha tensión. La forma en que se miraban y hablaban no dejaba espacio a dudas.

Andrés le palmeó la espalda.

—No me duele —dijo restándole importancia—. Hacen mejor pareja que lo que habríamos hecho ella y yo. Además, Beltrán me cae bien. Los apoyo.

—Siempre dije que era un buen chico —espetó Andrés, su amigo rio.

—Con que no lastime a Cristal estaremos bien.

Beltrán llegó junto a ellos y les dirigió una mirada de sospecha.

—¿Qué les pasó?

—Nada, nada —Adolfo le pasó un brazo por los hombros y le condujo rumbo al gimnasio—. El entrenador aceptó probarte, pero te advierto, es lo único en lo que te voy a ayudar. En adelante todo depende de ti.

Beltrán sabía que tenía una responsabilidad con ellos y sobre todo con Cristal, no iba a fallarles.

Además, lo hacía por sí mismo.

Muchos años vivió a la sombra, con el peso de ser un hijo ilegítimo y bajo el yugo de una madre negligente que solo lo veía como un método para retener a su amante. Quería cambiar.

Una vez preparado salió y se encontró con las miradas curiosas de sus compañeros. Adolfo, en su calidad de capitán, le presentó.

El entrenador dio instrucciones y comenzó el calentamiento. Al principio le costó seguir el ritmo de los demás, ya que ellos conocían los ejercicios, pero Andrés le guiaba haciendo dupla con él.

—Más energía, chicos, en nada se viene el campeonato interescolar. Tengo toda mi fe en ustedes —animó el profesor mientras corrían esquivando conos.

Beltrán estaba concentrado y, sin pretenderlo, comenzó a disfrutarlo. Se rio cuando un chico lo salpicó con el agua que bebía y respondió a una broma lanzando el balón a las manos de otro compañero.

A la hora de jugar, le asignaron formar parte de la defensa y dio todo de sí.

¿Así se sentía ser uno más? Era increíble.

☆☆☆

Cristal llegó tarde y solo para ver la última parte donde los chicos jugaban. Nunca había sido aficionada al fútbol, ​​a ningún deporte en honor a la verdad. Solo había entrado al equipo de animadoras porque era lo que se esperaba de ella.

El día que me quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora