Capítulo 59

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Beltrán no podía correr por los pasillos del hospital, pero sus largas zancadas compensaban su urgencia. Todo aquel que lo viera sabría que estaba desesperado por llegar a su destino.

Su hermano lo seguía de cerca, pero la vibración de su celular lo distrajo. Supo de quien se trataba y le arrancó una sonrisa automática. Llevaba días hablando con Daniela. Mensajes cortantes al inicio, en los que dejaba de manifiesto su animadversión hacia él, hasta uno donde le explicaba que, aunque no se conociera, le detestaba y que no quería seguir hablando.

Extraño, pero excitante a la vez porque le seguía respondiendo.

Matías había tenido un amorío con la prima de Daniela, nada realmente importante para él, pero por lo visto la chica había sufrido por su causa. Se había sentido muy culpable al enterarse que había ilusionado tanto a alguien como para hacerla sufrir así. No obstante, no había sido su intención.

Daniela realmente no había querido exponer a su prima de esa manera, pero ante su insistencia había terminado contándole todo.

Entendía su posición, aun así, no dejaba de llamarle la atención su forma de responderle. Era directa y graciosa. No había podido evitar caer ante su desafío, lo que lo tenía conflictuado porque la chica le atraía y no sería fácil que le diera una oportunidad para redimirse.

A la distancia, vio a su hermano llegar a la puerta de la habitación de su novia y él se apoyó en la pared para responder el mensaje con la tranquilidad de que Beltrán ya no iría como loco por el hospital.

Se relamió los labios al leer como ella le volvía a pedir que borrara su número y que dejara de acosarla.

¿Acosarla?

Frunció las cejas ¿Así lo sentía ella? Era todo. No iba a rogarle. Decidido a no continuar con esta tontería iba a hacer lo que le pedía cuando otro mensaje llegó.

"Además, podrías estarte burlando de mí y yo no tendría cómo saberlo porque no te estoy viendo la cara."

¿Qué quería decir con eso? Probó por última vez proponiéndole un encuentro, si quería estar segura de que era sincero, pues que lo pusiera a prueba.

Estaba tan concentrado que cuando Simón se acercó, miró su celular sin que se diera cuenta.

—¿Con quién hablas? —preguntó y Matías dio un brinco— ¿A qué se debe esa cara de bobo?

—Es una chica, amiga de Beltrán —dijo tecleando rápidamente—. Estoy en plan de conquista, pero es algo dura conmigo.

—¿Estás ligando con una mujer en el hospital? No tienes escrúpulos —fingió espanto.

—¡Qué va! A penas me responde los mensajes y me odia —se rio—. Tú deberías aconsejarme al respecto. Hasta estás esperando un bebé.

Simón suspiró.

—No sigas mis pasos —espetó con derrota.

—¿Y eso por qué?

—Porque la amo a la madre de mi hijo más de lo que ella me ama a mí. Puede ser la herencia de los hombres Brunetti.

Matías hizo una mueca. Lo sentía por Simón, pero había tenido la suerte de conocer a Vania y podía apostar lo contrario. No había que ser un genio para darse cuenta de que ella lo quería. Tal vez el embarazo imprevisto había sido difícil de manejar para la joven.

Esperaba que su amigo fuera feliz junto a su mujer y su bebé.

Su celular volvió a vibrar y Simón rodó los ojos.

El día que me quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora