Capítulo 56

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En cuanto llegaron al hospital, Carla fue retenida y se le impidió acompañar a Cristal. Se quedó sola, en una fría y descolorida sala de espera aguardando por noticias.

No entendía qué había pasado. El ataque no tenía sentido alguno y no parecía ser un robo. No obstante, todas las preguntas que tenía tendrían que esperar. La prioridad era la evolución de su mejor amiga.

No tenía noticias de Cristal y esperaba la llegada de su familia en cualquier momento, quienes habían sido notificados de la situación por el personal del hospital.

De pronto cayó en cuenta que Beltrán no lo sabía y se le escapó un sollozo. Tomó su celular y le llamó.

—Hola, Carla —saludó. Se le oía tan feliz que le partió el corazón— ¿Cómo va todo? —él sabía que habían salido juntas ¿Cómo le podía dar la noticia si ella tampoco comprendía qué había pasado?

—Beltru —dijo con seriedad—. No te alarmes, pero debes venir al hospital.

—¿Al hospital...? ¿Es Cristal? —gritó desde el otro lado, Carla lo confirmó y Beltrán perdió la cabeza— ¿Qué le pasó? Había salido contigo ¿Está bien? ¿Está...?

«Muerta» No lo dijo, pero no hacía falta.

—Escúchame, Beltrán, tienes que calmarte —espetó, estaba temblando mientras hablaba con él. Necesitaba tanto apoyo como Beltrán en ese momento—. La ingresaron a urgencias y la están atendiendo. Yo no sé nada más, estoy tan confundida como tú.

Él no insistió y le colgó prometiendo que llegaría tan rápido como fuese posible. La joven se derrumbó en la silla, confundida y asustada.

☆☆☆

Como si el suelo se hubiera abierto a sus pies, Alberto había salido corriendo de su oficina gritado a sus hijos menores que dejaran todo lo que hacían para ir con él al hospital. Les dio la noticia a medias. Sin embargo, los jóvenes no hicieron preguntas y lo siguieron. Llamaron a sus hermanos mayores, los cuales iban camino al recinto de salud también.

La preocupación eclipsaba cualquier sentimiento.

Al llegar, los tres corrieron y se encontraron con Carla, ella no fue capaz de darles información. Solo al aparecer un médico, que les confirmó que Cristal estaba grave, pero estable, entendieron un poco del estado general de la joven.

Simón y su novia llegaron a los pocos minutos y Laura se encontró con Beltrán en la entrada por lo que llegaron juntos.

—¿Qué le pasó? —preguntó él. Estaba frenético, tembloroso y en estado de shock.

—Una mujer la apuñaló —informó Carla. Su voz rota dejaba entrever la impotencia que sentía—. La policía se la llevó.

«Una mujer»

Beltrán retrocedió hasta que su espalda dio con la pared y se derrumbó.

Su corazón lo supo. Todo era su culpa.

El ataque sin sentido no podía tener otra causa que no fuera él.

—¿Beltrán? —llamó Laura asustada y al no obtener respuesta le tomó de los hombros. Estaba pálido y respiraba con dificultad. Le abrazó para calmarlo creyendo, erróneamente, que su estado solo respondía a lo ocurrido con Cristal.

El médico a cargo del caso llamó al padre de familia para que firmara la autorización, requerida por protocolo, para que pudieran operar a Cristal. El galeno explicó que la situación de la joven era delicada, aunque por fortuna su rápida acción al impedir que su agresora retirara el cuchillo había aminorado en gran medida el daño.

El día que me quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora