Cuando le dijeron que se recostara en el resonador, Cristal estaba temblando de miedo. Beltrán no había podido entrar y solo le había besado los labios ligeramente, jurándole que fuese cual fuese el resultado estaría con ella.
Su corazón le agradecía su sincera devoción.
Carla también la había acompañado, así que ambos se habían quedado en la sala de espera aguardando por ella.
Le dieron las indicaciones finales e inició el examen. Dentro de la máquina Cristal se mantuvo quieta a duras penas, necesitaba moverse para aligerar la tensión y no podía hacerlo, por lo que sentía las extremidades pesadas.
Cerró los ojos y evocó el recuerdo de su madre. Le pidió que le diera fuerza y le acompañara ese momento.
Los minutos pasaban lento y cuando llegó el instante de salir tenía las piernas entumecidas.
—¿Todo bien? —preguntó el enfermero que había permanecido a su lado durante el procedimiento— ¿Necesita que la ayude?
—Estoy bien, solo algo nerviosa —confesó con timidez— ¿En cuánto tiempo tendré los resultados?
—El médico encargado está recibiendo las imágenes y pronto elaborará el informe. Le citarán para darle el diagnóstico, pero no suele tardar más de una semana.
Una semana. Sería un infierno esa semana.
—Entiendo —se mordió el labio y el enfermero se sintió lástima.
—Tenga fe en que todo estará bien —le dijo. Cristal agradeció su consuelo, se despidió y salió. Aún temblaba cuando cruzó la puerta y se afirmó de ella un largo segundo.
Carla corrió a su encuentro y la abrazó.
—Estuviste casi una hora adentro. Ya no aguantaba más —se quejó sin soltarla. Beltrán venía detrás de ella y en su expresión se leía la preocupación que sentía.
—Solo queda esperar por los resultados —dijo dirigiéndose a él.
—Salgamos de aquí —pidió Carla.
Los tres estaban bajo el mismo estado de ansiedad, por lo que la perspectiva de salir y distraerse un rato les pareció atractiva. Beltrán tomó la mano trémula de Cristal y se dirigieron juntos a una cafetería.
Una vez allí, Beltrán se ofreció a ir por las bebidas y le besó la frente.
—Ya vuelvo —dijo.
Carla observaba con diversión la cara de su amiga. Sus mejillas arreboladas y el brillo en sus ojos delataban sus sentimientos.
—Necesito todos los detalles —Carla puso los codos sobre la mesa y reposo el mentón sobre las manos esperando por la actualización de la historia.
La sonrisa en el rostro de Cristal hablaba por ella. No obstante, accedió a contarle sobre su incipiente relación y sus dudas.
—Lo quiero —declaró, se sintió igual de ilusionada que a los diecisiete años enamorada del mismo chico— ¿Puede el amor sobrevivir al tiempo y a la distancia? En mi caso parece que sí.
—Ay, mi rubia —chilló la otra—. No puedo decir que no lo sospechara. Esa tensión sexual entre los dos me erizaba los vellitos —se burló frotando sus brazos.
—Supongo que tienes razón —dijo resignada.
—Vamos, Cris, todos nos dimos cuenta. Me atrevo a pensar que incluso Pablo lo hizo —la alusión a Pablo logró que el semblante de Cristal se ensombreciera. Sabía que tenía que hablar con él lo más pronto posible y ya había acordado una cita para hacerlo, dilatar la situación era un acto egoísta de su parte y su amiga lo entendió, por lo que le apretó la mano—. Lo entenderá, Cris, tal vez no sea inmediatamente, pero lo hará.
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El día que me quieras
Romance¿Cómo añorar lo que nunca se ha tenido? Si él nunca ha conocido el amor ¿por qué de pronto tiene ojos solo para ella? Cristal siempre ha tenido todo lo que ha deseado. Su vida transcurre sin sobresaltos entre el colegio, sus amigos y su amorosa fam...