Cristal se desplomó en su cama sin quitarse el maquillaje, estaba cansada y molesta consigo misma.
Para colmo no había podido hablar debidamente con Pablo por la presencia de Brenda y su parloteo incesante. Había hablado más esa noche que en todo el tiempo en el que la conocía. Además, que su único tema de conversación había sido el increíble forastero que había conocido esa noche.
Era una muchacha fastidiosa.
Miró su celular y tenía un mensaje de Carla pidiéndole que le avisara si había llegado sana y salva a su casa. Le respondió afirmativamente y se impulsó para levantarse e ir al baño.
Se lavó la cara y detuvo sus dedos sobre sus labios fríos ¿por qué los besos de Pablo no lograban alterarla como si lo hacía una caricia de Beltrán?
Compungida se acostó nuevamente y fijó la vista en el techo sin dejar de pensar en el nuevo Beltrán con el que se había encontrado.
☆☆☆
La compañía de seguros Torrealba era próspera y fructífera, por ello la familia de Pablo era considerada como una de las más influyentes de la zona.
Alberto Brunetti vio con buenos ojos la relación de su querida Cristal con el muchacho. Como padre quería lo mejor para sus hijos y, aunque la felicidad de ellos estaba primero, no se quejaba si venía de la mano con un buen pasar económico.
Tenía dos hijos pequeños aún de los cuales preocuparse, por lo mismo que los mayores fueran independientes y se embarcaran en relaciones estables le daba tranquilidad.
Esperaba que, llegado el momento de reunirse con su amada esposa, esta no tuviera nada que reprocharle en cuanto a la crianza de los niños.
Aquella mañana, Pablo había llegado con la excusa de ver a Cristal y él había aprovechado la ocasión para hablar con el novio de su hija. El joven de cierta manera le recordaba a sí mismo. De familia tradicional y muy formal le miraba derrochando confianza.
—Cristal aún duerme —comunicó sereno y Pablo le dedicó una sonrisa tranquilizadora—. Llegó muy tarde noche.
—Me disculpo por eso, señor. No me di cuenta de la hora que era. Debí traerla antes a casa.
Alberto alzó las cejas y agitó la cabeza.
—Mi hija decide por sí misma, incluso si hubieras querido irte y ella no, simplemente no lo hubiera hecho —dijo, su tono sereno contrastaba con la firmeza de sus palabras y Pablo se dio cuenta de su error.
—No quise decir que...
—No importa, Pablo, eres el novio de mi Cristal, pero bajo ningún punto de vista eres su dueño. Mi niña es una persona muy autovalente.
—Lo siento, señor —aceptó humildemente. Alberto relajó los hombros.
—Soy algo aprehensivo con mis chicas, sabrás comprender —no se disculpaba, pero conocía a Cristal y sabía que si se enteraba que estaba siendo tan hostil con su novio se enojaría con él—. Mi hija es un tesoro invaluable para mí y quiero que sea feliz. Tú eres su primer novio formal, pero no el primer hombre que le roba el corazón.
Pablo asintió, nuevamente alguien mencionaba ese tema. Ella le había bajado el perfil al asunto y era el momento de comprobar qué tan cierto era.
—Me habló de ello y tuve el agradado de conocer a Beltrán —espetó y observó como la expresión de Alberto se volvían pétrea.
—¿Dónde?
—En la fiesta de ayer.
El padre de familia dejó de lado su objetivo de conocer más a Pablo para averiguar lo más posible de aquel encuentro con Beltrán.
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El día que me quieras
Romance¿Cómo añorar lo que nunca se ha tenido? Si él nunca ha conocido el amor ¿por qué de pronto tiene ojos solo para ella? Cristal siempre ha tenido todo lo que ha deseado. Su vida transcurre sin sobresaltos entre el colegio, sus amigos y su amorosa fam...