Capítulo 12

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El mundo de los sueños era engañoso.

En sus sueños se sentía libre y relajado, dormir era un placer que a veces le resultaba esquivo, pero no en ese momento. Cómodo, abrigado y plácido no quería despertar. Se negaba a moverse, aunque un hormigueo que le recorría de mejilla le hizo gemir de disgusto.

—Beltru, despierta —escuchó perdido en la modorra. Lo ignoró. Estaba descansando apaciblemente y no quería abrir los ojos—. Vamos, ya pasa del medio día.

Apretó los párpados como si pudiese retener a Morfeo con eso y oyó una risa cantarina que, al reconocer, le impulsó a sentarse en la cama de golpe.

—¿Cristal? ¿Pero qué...?

—Has dormido mucho. Ya casi es hora de almorzar —explicó, paciente—. Vine a despertarte para que comas algo.

El joven se incorporó algo confuso todavía. Su cabello oscuro estaba revuelto y sus mejillas sonrosadas aun bajo los efectos de sus horas de sueño.

—¿Qué hora es?

—Doce con cuarenta y cinco.

—¡Cielos! —se puso de pie de un salto—. Tu tía debe pensar que soy un holgazán.

—Fue ella la que me insistió que te dejara dormir —aclaró ella—. Llegué a las once más o menos y no me dejó entrar.

—Volviste a faltar al colegio —afirmó dibujando una sonrisa suave, Cristal movió la mano con desdén y se recostó en la cama.

—Evidentemente —espetó con total despreocupación—. Creo que nunca había faltado dos días seguidos. Juntarme contigo es una mala influencia para mí.

Beltrán podría haberle recordado que fue ella la que propició la falta del día anterior, pero al verla allí, acompañándole sin preguntar por lo que había pasado, le aleló tanto que decidió guardarse ese detalle para sí mismo.

Cristal era un ángel. La chica más dulce. La mejor de todas.

Abrió la boca inconscientemente para soltarle todo un discurso idiota sobre lo mucho que significaba para él. Pasó saliva al darse cuenta de que estuvo a un paso de revelarle que le gustaba y eso estaría mal.

Cristal lo veía como un amigo y así debían seguir las cosas por el bien de los dos.

—Voy a bañarme —la joven ignoraba los pensamientos de su amigo y le dejó ir resignada a abandonar la habitación para darle privacidad.

—Avísame cuando estés listo ¿sí? Estaré esperando.

—Dame media hora —pidió, dándole la espalda. Cristal lo miró y admiró la anchura de sus hombros y se mordió el labio regañándose a sí misma por dejarse embelesar por él en esas circunstancias.

☆☆☆

En la planta baja del hotel esperaban Simón, Matías y tía Constanza. Los tres permanecían en silencio expectantes a la aparición de Beltrán.

Quien más angustiado estaba, obviamente, era su medio hermano.

Para Matías era especialmente difícil porque vería a su hermano menor por primera vez y esperaba que él no le odiara y le permitiera ayudarlo.

No se ilusionaba con que su relación fuese fácil por arte de magia. Tomaría tiempo y exigiría mucho esfuerzo de parte de los dos, pero él daría todo de sí por hacerlo funcionar y darle seguridad y confianza.

El primer paso había sido enfrentar a su padre y exigirle que le diera espacio a su hijo. No había sido fácil, pero finalmente había aceptado no acompañarlo y dejar que el primer encuentro de los hermanos se diera sin él.

El día que me quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora