Graduada al fin.
El día que tan parecía lejos cuando había comenzado la universidad había llegado y Carla no daba más de emoción.
—Mira mi diploma, hermanito —presumió a su hermano menor, quien le miraba aburrido— ¿No decías que nunca llegaría a tenerlo?
—Las universidades ya no son como antes —replicó el joven.
—Envidioso —dijo ella—. Tú no sabes cómo eran las universidades antes, ni las de ahora porque todavía no entras.
—Basta, niños —intervino la madre—. Dejen de pelear y tómense una foto. Quiero un recuerdo de este día.
Andrés estaba cruzado de brazos y sonreía ante la escena. El hermanito de Carla solo tenía doce años y era un auténtico diablillo, pero le caía bien.
Se llevó la mano al bolsillo donde guardaba la cajita que contenía el anillo de compromiso y volvió a sentir vértigo. Lo llevaba consigo a todas partes desde que lo había comprado y aún no se atrevía a dárselo.
—Cuñado, tómate una foto conmigo —pidió el niño para enojo de su hermana.
—Es mi novio —se quejó.
—¡Chicos, por favor! —se inmiscuyó el padre, cansado. Su mujer le apaciguó colocando una mano en su brazo—. Venga, tómense una foto los tres. Hija, ponte al medio y sostén tu diploma —la animó y todos hicieron caso. Los chicos se ubicaron a los costados de la recién egresada y el padre de Carla suspiró con alivio.
Andrés conocía a la familia de su novia prácticamente de toda la vida. Había sido invitado a los cumpleaños de la chica cuando eran niños solo por ser compañeros de curso, pero la convivencia con ellos en esos últimos años había fortalecido el vínculo. No obstante ¿Cómo reaccionarían ante la propuesta de matrimonio?
Se tomaron unas cuantas fotos hasta que Carla gritó y comenzó a saltar para llamar la atención de alguien.
—¡Cris, ven! —llamó eufórica. La aludida estaba en un mar humano y apenas se veía, pero alzó la cabeza y levantó la mano.
Beltrán, que estaba con ella inclinó la cabeza en su dirección y Cristal le dijo algo al oído. Él buscó a Carla también y le saludó.
Se acercaron entre empujones seguidos de la familia Brunetti al completo.
—Te había perdido de vista después de la ceremonia —se quejó la rubia abrazando a su amiga—. Felicidades, Carlita.
—Valió la pena soportarte estos cinco años, rubia —correspondió—. Felicidades también. A pesar de ser la definición de estrés académico, llegamos a juntas al final del recorrido.
Beltrán atrajo a Carla a sus brazos y la felicitó efusivamente. Fue presentado a la familia de su amiga como el novio de Cristal y un querido compañero de colegio. A los padres de Carla les sonaba de nombre, pero no de cara porque Beltrán no iba a las fiestas infantiles de sus compañeros y, por razones obvias, no participaba en actividades de padres e hijos.
—Beltrán vivía lejos del colegio —improvisó Cristal, agarrando su brazo—. Se le dificultaba ir a fiestas y eventos.
Conformes con esa respuesta, lo dejaron en paz y hubo un agradable intercambio de saludos entre las familias de las chicas que terminaron por aislar a los más jóvenes.
Simón llevaba de la mano a su novia y esta se quejó de pronto.
—¿Pasa algo? —inquirió, solícito.
—Estoy un poco cansada —respondió, Vania ni siquiera trató de disimular su fatiga, como hubiera hecho en cualquier otra situación de no estar embarazada, pero su cuerpo le gritaba por descanso—. Si no les molesta —se dirigió a la Cristal—, quisiera ir a casa.
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El día que me quieras
Romance¿Cómo añorar lo que nunca se ha tenido? Si él nunca ha conocido el amor ¿por qué de pronto tiene ojos solo para ella? Cristal siempre ha tenido todo lo que ha deseado. Su vida transcurre sin sobresaltos entre el colegio, sus amigos y su amorosa fam...