10. ¡Te quiero!

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Hace tres años y medio 


Charlie estaba tumbada en su habitación pensando en como confesar sus sentimientos. 

Hace más de tres meses que sentía una conexión especial con Vaggie. Cada vez que la veía sentía que miles de mariposas de fuego llenaban su estomago como cuando aquella vez de pequeña. Sentía que era una persona amable, considerada, que intentaba ayudarla a cumplir su sueño.

-- ¡ÁNGEL! -- Gritó Vaggie interrumpiendo los pensamientos de la princesa, quien salió corriendo de su cuarto. 

-- ¿Qué pasa? -- Preguntó Charlie al llegar a la entrada.

-- ¡Qué Vagina no aguanta nada! -- Gritó Ángel. 

-- ¡ÁNGEL, NO AGUANTO QUE TE VAYAS TODAS LAS NOCHES POR AHÍ Y LUEGO VUELVAS PARA DECIR QUE QUIERES "REDIMIRTE"!

-- ¡Siempre igual contigo! -- Resopló Ángel. 

-- ¡Charlie! -- Dijeron ambos a la vez, haciendo que la princesa entrase en pánico. 

-- Yo... -- Empezó. 

-- ¡Ves, me ha dado la razón! 

-- ¡No ha dicho nada! -- Se relajó un poco Vaggie. 

-- ¡Ugh! ¡Esto harto, me voy! 

-- ¡No Ángel espera! -- Intentó detener Charlie al pecador, pero este ya había salido por la puerta. 

Un silencio llenó la habitación antes de que Charlie se sentara en el sofá y se echase a llorar. 

-- Charlie... -- Se acercó Vaggie. 

-- Si no puedo hacer que un pecador se quede dentro del hotel, ¡jamás podré redimir a nadie! Esto es una causa perdida...

-- Oh Charlie... -- Vaggie se sentó y le secó una lágrima a la princesa --. Esto no es una causa perdida, además, aunque Ángel esté así, mejorará. Apenas lleva aquí unos meses. 

-- ¡Pero esto no va bien! Es desesperante la ignorancia de todos ellos, ¡les estoy ofreciendo la salvación, Vaggie! ¿Por qué no lo quieren? 

-- Pues claro que la quieren. Solo, les cuesta un poco más. Venga, confío en ti -- Vaggie abrazó a Charlie con confianza y la princesa notó como el calor le subía a las mejillas. ¿Cómo podía ser que ella no lo sintiera? Solo quería tener la confianza de declarársele, poder tomarla de la mano o simplemente besarla todas las mañanas. O talvez, toda esa emoción era por los libros que su madre le había leído de niña. 

-- Gracias, de todo corazón. Hoy... ¿Podemos ir al cine? 

-- ¡Claro! Me haría mucha ilusión, ¿Ciudad Pentagrama tiene buenas películas? 

Los ojos brillosos de Vaggie hicieron olvidar, por tan solo un segundo, a Charlie de que las únicas películas que se producían allí dentro eran sexuales o violentas. Cuando despertó de su pequeño trance, carraspeo un poco y negó con la cabeza. 

-- En realidad, deberíamos ir a IMP City para ver buenas películas, los Imps son muy buenos guionistas. 

-- ¡Qué emoción! 


Así que esa noche, ambas partieron hacia el cine. Para la suerte de la princesa, la película romántica que quería ver trataba de una chica que quería abrir un restaurante y con ayuda de su mejor amiga, lograban abrirlo juntas, pero obviamente, el amor se interpuso entre su sueño y ella. Charlie pensó que era la manera perfecta de declararse ante Vaggie. Sin tener que hablar. Solo ver una película. Así que cuando entraron a la sala del  cine sus mejillas se volvieron a poner rojas. 

-- Creo que estás enferma Charlie, cada vez que te veo, tienes las mejillas rojas. 

-- ¡Oh no! Estoy perfecta. No te preocupes. ¿Nos sentamos? 

Vaggie asintió y la película empezó. 

Desde la perspectiva de Vaggie, nada era muy diferente. Charlie había sido su salvadora y sentía una gran gratitud hacia ella. Pero, poco a poco, esa gratitud se volvió admiración y la admiración se convirtió en amor. Un amor irracional. Así que cuando Charlie la invitó a ir al cine y vio de lo que iba la película. Pensó que era la confesión perfecta. 

Se pasaron toda la película lanzándose miradas furtivas. Y en un momento de la película, cuando ambas protagonistas de abrazaron admitiendo sus sentimientos, las miradas de ambas se cruzaron con intensidad, haciendo que las dos se sonrojaran con intensidad. 

-- Hela -- Empezó su declaración oficial la protagonista --. Llegaste a mi vida de repente, causando miles de sensaciones. Pero tu siempre creíste en mi sueño, mis capacidades para ser la persona que soy ahora. Y yo, creo que todo es gracias a ti. Todo lo que he logrado es gracias a tí... Y quería decirte que... Me gustas. 

La protagonista esperó con paciencia la respuesta de su amiga, que se quedó callada antes de que empezara la lluvia. 

-- Perséfone Tú... Has llenado mi vida con una nueva melodía, una profunda canción que antes intentaba quitarme de la cabeza, pero que ya no puedo ignorar. Llegaste en mi momento más oscuro. Yo, siempre con problemas de ira, me enamoré de la persona más tranquila y amable de todo el infierno... Tú no me gustas Perséfone, tú llenas mi corazón con un "te quiero" todas las mañanas que te miro sonreír, y quisiera ser la causa de esa sonrisa.

Charlie y Vaggie cruzaron miradas, como si estuvieran dedicando esas frases la una a la otra. Pero el miedo se apoderó de ambas y no lo dijeron en voz alta. Solo se miraron con profundo deseo de darse un abrazo y un beso que no terminase nunca. 


Al salir del cine. Charlie llevó a Vaggie a pasear por los jardines de manzanos de su padre. Llegando al árbol del fruto prohibido, que gobernaba con arrogancia el centro de todo el anillo del orgullo. 

-- De pequeña, solía venir aquí con mi madre a mirar todo el infierno o con mi padre para dar de comer a los patos del estanque y contar cuentos. E incluso me subía a este árbol -- Señaló Charlie al árbol del fruto prohibido.          

-- Este árbol... ¿Viene directamente del fruto prohibido de verdad? 

-- ¡Pero que tontería! Viene de la manzana mordida, no de una cualquiera. 

-- Se... ¿Se puede comer? -- Señaló Vaggie ligeramente interesada. 

-- Pues claro. Yo comía miles de pequeña -- Confesó Charlie mientras se subía a una de las ramas -- ¿Te apuntas? 

Charlie alargó su mano para ayudar a Vaggie a subir hasta que ambas se encontraban una al lado de la otra, comiendo manzanas y mirando al sol infernal esconderse. 

-- Nunca lo he dicho... Pero me gusta el infierno... No es tan horrible como me lo han pintado. 

-- ¡Pues claro qué no! Este lugar es maravilloso. ¿Qué es lo que más te gusta de estar aquí? 

Vaggie se lo pensó un momento. ¿Qué hacía que su estancia en el infierno fuese una maravilla? ¿Quién había mantenido su mente limpia de los pecadores seis meses? ¿Quién le había dado un hogar en alguna parte después de perderlo todo? 

-- Tú -- Respondió sin vacilar --. Tú eres lo que más me gusta de estar aquí. 

Charlie se giró sobresaltada y sonrojada para ver a Vaggie, quien acababa de caer en lo que había dicho. 

-- Tú... También te has convertido en una de mis razones para sonreír Vaggie -- Declaró Charlie. 

-- No puedo dar un discurso como el de la película -- Empezaron ambas a la vez --. Pero puedo decir, con seguridad... Que te quiero. 

Ambas se miraron, cruzaron miradas intensas y dejaron que el último rayo de sol se escondiese para que solo la luna fuera testigo del beso de ambas. Un beso lleno de emoción y sentimentalismo, en el que ambas sintieron una fuerte conexión que jamás habían sentido con otra persona. 

Así, llegaron al hotel, quedándose dormidas en el sofá, relajadas y abrazadas. Cuando Ángel volvió al hotel, se las encontró dormidas y abrazadas. Soltó un ligero suspiro y les trajo una manta y después se fue a dormir.   


Radioapple ~Salvarse a uno mismo de la destrucción~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora