𝐆𝐎𝐎𝐃𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓 𝐍 𝐆𝐎 -𝗱𝗿𝗮𝗰𝗼 𝗺𝗮𝗹𝗳𝗼𝘆

017.

017. M U N D I A L

elaine prewett

Unos señores nos indicaron el lugar de las tiendas de campaña. Justo antes de ingresar por la abertura una mano me detuvo.

Su azabache pelo caía por sus hombros e iba vestida tan elegante como siempre.

—Mamá—dije con una pequeña sonrisa.

Mi tío había salido a comprobar que pasaba conmigo y se asustó un poco al encontrarse repentinamente con el rostro de mi madre.

—Oh, hola. Disculpa, pensé algo le había pasado a Elaine—siempre la actitud de mis tíos al rededor de mi madre era así como si ella fuera algún tipo de amenaza.

—No te preocupes Arthur, muchas gracias por cuidar de ella ¿Te parece si a partir de ahora viene conmigo?

Mi tío se sorprendió ante tal pregunta, mi madre era ella, se suponía que el poder recaía sobre sus hombros no sobre los de mi tío.

—Sí, sí. No hay ningún problema. Recuerda el número de nuestra tienda ¡No nos moveremos de aquí!—bromeó mi tío para volver a ingresar con los demás.

Seguí a mi madre por la multitud, muchos al igual que nosotros recién llegaban. Me sorprendía la capacidad de mi madre por caminar en tacones sobre la tierra.

Me tomó de la mano suavemente y me introdujo a una carpa. Tenía todo lo necesario para quedarse el tiempo que sea necesario, un exquisito olor a carne recién frita inundó mis fosas nasales.

—¿Cocinas?—pregunté algo sorprendida. Mi mamá volteó a mirarme con una sonrisa.

—Claro que sí. No podía recibirte sin ningún aperitivo.

Me senté en el sillón cercano a la cocina, me deshice de mi pesada mochila y observé como freía el último pedazo de carne. Sus manos temblaban ligeramente, siempre lo había notado. No había momento en el que no tuviera ese tic. Sentía cierta pena pero a ella parecía no molestarle... Supongo que el tiempo le llevó a adaptarse.

En cuestión de minutos me alcanzó un plato llano con un trozo de carne frito y papas fritas. No juzgué el poco aporte alimenticio que daba su plato porque olía delicioso.

—¿Todo bien estas vacaciones?—se apoyó en el respaldar del sillón y se sentó de costado mirándome atentamente con una pequeña sonrisa.

Asentí con la cabeza mientras masticaba.

—Ayudé a los gemelos con su pequeño emprendimiento aunque Ma-mi tía los tiró a la basura. ¡Ah, cierto! Te manda saludos.

Vi el delgado y esquelético cuello de madre moverse con nerviosismo.

—Cuando la veas le devuelves el saludo—murmuró mirando hacia otro lado.

No fue hasta los diez años que supe la razón de porqué ambas se llevaban mal, muy a parte del hecho de que mi madre me tuvo viviendo en condiciones deplorables; por casi un año todos estaban convencidos de que la culpable de la muerte de mi padre había sido mi madre. En el juzgado se llegó a demostrar que el verdadero asesino fue Antonin Dolohov aunque mi tía tardó muchos más años en aceptarlo. Esa también fue la razón de la porque no pude ver a mi madre nuevamente hasta los seis años.

—¿Ya tienes la lista de útiles?—me preguntó mi madre cambiando de tema.

—Aún no...—comí la última papa frita de mi plato.

—Si quieres este año puedo acompañarte a conseguir todo lo necesario —me susurró con entusiasmo.

—Sí, claro—respondí con una sonrisa.