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050. C U N T

elaine prewett

Dije la contraseña en voz alta. La fría pared de mármol se abrió produciendo un ruido seco.

Los alumnos de primer año se veían asustados; no sabía si era por el aspecto lúgubre de las mazmorras o el gesto grotesco que ponía Draco cuando alguno lo miraba.

No conté cuantos codazos le di durante todo el camino: cuando los engañaba sobre algún dato de Hogwarts o los llamaba "enanos".

Me parecían super adorables: eran pequeñitos con sus túnicas nuevas y relucientes. No me había dado cuenta cuanto crecí hasta ese momento. Cuando fuimos guiados como ellos hace cuatro años.

—Para este lado son las habitaciones de las niñas, y de el otro lado, los niños. Está completamente prohibido ingresar a las del género opuesto. Sin excepciones—indiqué, alzando la voz para que pudieran escucharme sobre el pequeño barullo armado por los estudiantes que se iban poniendo al día de las vacaciones.

Tuve que darle otro codazo a Draco, cuando se rio de mi indicación sobre las habitaciones. Él no había hecho nada, simplemente caminaba junto a mí. Era como estar dando el recorrido yo sola.

—Y ya es hora de dormir. Vayan, sino, los fantasmas vendrán a llevárselos—bromeó Draco; muchos se lo tomaron enserio y empezaron a correr hacia dónde les había indicado.

Rodé los ojos, pero estaba cansada así que asentí y los que se habían quedado también fueron apresurando el paso.

—Eres de gran apoyo—murmuré, empezando a andar a una salita auxiliar vacía.

—Lo sé—dijo, irónico—. Aprenderán a la mala, te aseguro que más del 50% no te escuchó ni una sola vez.

Me senté en uno de los sillones frente a la chimenea y froté mis brazos dándome calor, había olvidado el frío que se sentía aquí abajo.

Draco cerró la cortina que separaba el ambiente y se desplomó a mi derecha. Apoyó su cabeza hacia atrás; pasó su brazo por el respaldar del sillón y sus dedos rozaron mi hombro izquierdo.

—¿Por qué no recibías las cartas? Te escribí tantas veces... Al final tuve que rendirme—su voz fue casi inaudible ante el crepitar del fuego.

Sus dedos se enredaron en mi pelo y empezó a jugar con él. Sonaba calmo, pero la pregunta iba en serio.

—Ya lo dije ¿No?—pregunté, sonando muy a la defensiva. Quise disculparme, pero él se rio antes de que pudiera hacerlo y dijo:

—Lia, pasan los años, pero sigues mintiendo demasiado mal. Creí que podías decírmelo, pero veo que no—susurró, sin mirarme. Sus dedos seguían jugueteando y me producía un revoltijo en el estómago.

Fruncí el gesto y me apoye en su brazo detrás de mi cabeza.

—Creo que ya entendiste—me limité a decir; lo vi asentir con su cabeza y sus ojos volvieron a verme. Esa conexión imaginaria estaba ahí otra vez. Que jodido es, no entiendo esto y es tan incómodo porque lo único que quiero es besarlo.

—Tu madre se preocupó mucho—dijo, en un susurro; sus ojos bajaron por un milisegundo a mis labios y regresaron a mirarme fijamente.

Parpadeé varias veces. Bajando la mirada.

Sabía que mi madre podía preocuparse por mí, pero estaba tan acostumbrada a su indiferencia que no creí que fuera algo cierto.

—Ellos tienen esas restricciones—dije, maldiciéndome por decir una verdad a medias—. ¿Todo bien en casa? ¿Mi madre estuvo ahí...?—pregunté lo último con mucha más cautela pues sabía lo único que eso podía significar.

𝐆𝐎𝐎𝐃𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓 𝐍 𝐆𝐎 -𝗱𝗿𝗮𝗰𝗼 𝗺𝗮𝗹𝗳𝗼𝘆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora