040.

182 14 4
                                    

040. F I R E

elaine prewett

Mis uñas ya ni siquiera tenían algo que pudiera morder. No conté cuantas veces Draco golpeó mi mano para que dejara de hacerlo pero estaba demasiado segura de que habían sido demasiadas.

Ahí estábamos: batallando por que entendiera de una vez por todas cómo leer el mapa planetario.

—Setenta y seis grados al suroeste encuentras a Saturno—dijo en un murmullo. Agradecía la paciencia que tenía conmigo. Yo decidí quedarme a estudiar en lugar de ir a Hogsmeade; Draco se negó a ir sin mí así que pasamos toda la tarde en el mismo tema.

—Te convertiste en mi profesor particular —bromeé, haciendo lo que me había indicado para poder ubicar ese maldito planeta. Soltó una corta risa.

—Y soy mucho más guapo que Snape—respondió él, guiñándome un ojo.

Arrugué el rostro con una gran sonrisa ante la comparación.

—Todo el mundo lo es, no te creas especial—le fastidié, aún con la mirada atenta sobre el mapa.

Seguía riendo por lo bajo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero; su dedos se deslizaron con suavidad por mi brazo. En la parte superior no llevaba más que una camiseta y mis brazos estaban al descubierto.

Tensé mi mandíbula, pero traté de disimular.

—¿Alguna vez los has contado?—susurró, de no ser por el silencio absoluto de la sala común semi vacía, no lo hubiera escuchado.

Bajé mi mirada hacia sus dedos, confundida, de inmediato me di cuenta que se refería a mi pecas.

—Ni por muy aburrida que estuviera—murmuré; le hizo gracia mi comentario—. Los tengo por todo el cuerpo.

Draco alzó una ceja en mi dirección, mi rostro se enrojeció y solté una risa nerviosa, apoyando mi cabeza sobre la mesa.

—Ya sabes, no todo el cuerpo pero a la vez sí—dije intentando arreglar lo que había dicho.

—Claro, entiendo...—respondió con una cálida risa—Yo sí los contaría.

Un pequeño revoltijo se formó en mi abdomen ante el tono de voz que había usado. Draco descubrió formas de hacerme flaquear; de dejarme sin palabras y con la cara colorada. Lo odiaba demasiado porque siempre le funcionaba.

—Ya tendrás la ocasión —susurré mirándolo a los ojos; había caído en su juego, no iba a dejar que me hablara así sin si quiera yo hacerlo también.

Subí mi mano hasta el dije que colgaba de mi collar, jugaba con él cada vez que me sentía extraña y era reconfortante. No sabía qué más hablar con él. Su mirada me estaba intimidando.

El barullo se hizo presente de repente en toda la sala común. Supuse que ya eran las siete y que todo mundo había vuelto al castillo.

—Mierda. ¿Hemos estado cuatro horas en esto?—farfullé guardando mis cosas.

—Sí que eres lenta, Lia—se burló. Se puso de pie y fue a acomodarse en uno de los sillones. Habíamos estado sentados en el suelo mientras estudiábamos. Yo también empecé a ponerme de pie.

Solté una pequeña risa.

—Quiero ver que me digas lo mismo cuando...—Me detuve repentinamente cuando la rubia entró en la pequeña salida auxiliar de un salto.

—¡Sweetie!—se lanzó a mis brazos haciéndome tambalear, antes de corresponder su abrazo.

Vi a Draco rodar los ojos, antes de que Theodore apareciera también. Tenía el pelo lleno de nieve y la nariz enrojecida.

𝐆𝐎𝐎𝐃𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓 𝐍 𝐆𝐎 -𝗱𝗿𝗮𝗰𝗼 𝗺𝗮𝗹𝗳𝗼𝘆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora