Comienzo del desastre.

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Reina Eileen Good del Bosque Arlem pov.

No siento mis pulmones.

No puedo respirar.

Solo veo fuego, ruinas.

Debo respirar.

Pero ¿Cómo lo hacía?

Mí pecho me duele, tengo una puntada atravesandome el estómago.

No pudo matarme, quiso hacerlo, pero no pudo. Logré proteger mí corazón, pero mí estómago pagó el precio, y también mis pulmones al caer violentamente hacia atrás.

Parpadeo varias veces, debo levantarme, voy a levantarme.

Cierro mis manos en puños para poder apoyarme y me alzó sobre mis codos, no veo a nadie, solo veo llamas, pero el calor no puede dañarme, el calor no.

No ha quedado nada, lo han destruido todo, mí Castillo Negro está en ruinas.

Algo moja mis labios rápidamente, deben ser mis lágrimas, porque no puedo ver con claridad absolutamente nada; como puedo, me siento, y el dolor del estómago vuelve.

Una cantidad importante de sangre ha cubierto mí ropa, rebusco entre la tela, pero no veo heridas punzantes.

Ha de ser de...

- ¡¡¡Zackary!!!- Grito violentamente, y olvidando mí dolor me pongo de pié tambaleándome un poco, mí cabeza da vueltas pero respiro con fuerza, y como puedo logro estabilizarme un poco.

- ¡Zackary!- Vuelvo a gritar a todo pulmón, pero solo oigo crujir madera producto de las llamas.

El silencio me llena de terror, y es peor que una herida abierta.

- Quaerere.- Murmuro cerrando mis ojos y extiendo mis manos, que tiemblan como hojas, tratando de encontrar cualquier cosa con vida que esté a la redonda de las ruinas.

Pero no siento nada, allí no hay nada vivo más que yo.

Siento que el suelo tiembla bajo mis pies, todo sucedió demasiado rápido.

Un estruendo, gritos, llamas y borrones negros por doquier.

Brujas negras, de las exhiliadas.

Otra aguja en mí pecho, esas brujas provienen de un lugar, del Norte.

¿Cómo es posible que salieran de allí y atravesaran la frontera del temible Rey?

Algo está mal, todo está mal.

Miro mis manos, veo cortes, y están manchadas con cenizas, lastimadas y me duelen, pero no importa ahora.

- Myrcella, Myrcella...- Susurro su nombre sintiendo mí magia fluir por mis dedos.- Dime que estás bien Myrce, contéstame.

Mis lágrimas corren sin cesar por mis mejillas, primero Zackary, y ahora Myrcella.

Comienzo a caminar entre los escombros con torpeza, mí hogar está hecho ruinas, el aire se ha contaminado con magia negra, humo, y olor a muerte.

Sé que más allá, en dirección a la entrada hay personas en el suelo, pero como sentí antes, ya no tienen vida; mí corazón se retuerce de nuevo, llevo una mano a mí pecho y me dirijo ahí, yo no puedo ser indiferente, no puedo.

Hay un hombre mayor de espaldas, pulcramente vestido pero cubierto de sangre y cenizas.

- Robert...

No, no, no, no...

No puedo tocar su cuerpo, mis manos tiemblan sobre él, ya no veo con claridad, quiero ayudarlo, pero no soy capaz.

No hay nada que yo pueda hacer.

Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora