Capítulo 57: Comienzo del desastre.

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El consejo de Las Tres Supremas se había reunido esa misma medianoche, apenas dieron las 00:00 horas, siendo ya el día de Halloween, con todo el resto del día para debatir qué hacer con la situación de las primas y el duelo.

Tituba tomó asiento en la silla y apoyó sus antebrazos en la enorme mesa circular de piedra, de las tres, era la de mirada más fría y calculadora, su cabello negro azabache, su piel morena y facciones puntiagudas la hacían ver feroz, y no era para menos, de las tres, era la peor, o al menos para aquellos que consideraba sus enemigos.

Sarah Osborne era de las Tres, la impredecible, si Tituba era calculadora, la mente de esta otra bruja estaba diez pasos más adelante, casi como una visión al futuro, aunque poseía una mirada más suave, su apariencia era tan fuerte como la de sus compañeras, una melena roja rodeaba su angulosa mandíbula y su enorme nariz, aunque su cuerpo era escuálido y casi esquelético, era la más hábil al momento de un duelo, al menos eso recordaban, hacía mucho que había necesidad de que se involucren personalmente en uno.

Sarah Good se acercó con su típica elegancia y ropa negra, la cabellera plateada hoy iba atada en un rodete, mostrando sus facciones acartonadas, arrugas y ese rostro que de amable no tenía nada.

Aunque las Tres Supremas eran mujeres de temer, para con sus brujas, eran las más leales al momento de ocuparse de los problemas, su hermandad la llevaban en la sangre, sentían el poder de sus hermanas, sus angustias, miedos, enojos... Y también sintieron lo que Sarah Good con su sobrina Eileen.

- Damos comienzo a la reunión.- La voz de Tituba era arenosa y grave.

Las Tres grandes brujas estaban sentadas intercambiando miradas en aquella legendaria mesa de piedra, dónde alguna vez, hubiera sido sus tumbas.

- ¿Hace cuanto lo sabes, Sarah?- Preguntó Sarah Osborne sin siquiera mirarla, en su lugar, encendió unas velas en un candelabro de pié cerca suyo con un soplido.

- El mismo día que se decidió el plan del Bosque Arlem.

- Y callaste...- Le escupió Tituba llena de rabia, el suelo tembló un poco, pero las otras dos brujas no se inmutaron, aunque sostuvieron la mirada con expectativa.

- Era una cuestión de familia.

- Bien dicho, lo era.- Musitó Sarah cruzando sus piernas, apoyando sus manos debajo de su pera y sus antebrazos en la vieja silla de roble, con la mirada clavada en las velas.

- Lo sigue siendo, ella era mí hija.

- Es tu hija, porque al parecer no ha muerto y en este momento amenaza nuestro legado.- Replicó Tituba alzando una ceja.

- A ella no le interesa gobernar.- Contestó Sarah llenando una copa de plata con vino tinto.

- Todo el mundo quiere poder, Sarah, tú quieres el de tu nieta, por ejemplo.

- Eileen no tiene nada que me interese tener.- Sarah se puso de pié, claramente incómoda, gesto que a las otras dos brujas no se les pasó desapercibido.

- El problema es la profecía, y tiene que ver con tu nieta...- Afirmó Tituba.- Solo espero que no involucre al Rey del Norte, porque la Segunda Gran guerra estaría por comenzar.

Sarah no contestó, en su lugar observaba las hojas naranjas desde la torre en donde estaban, y éstas no dejaban de volar y caer en todo el prado, allí debajo en el patio donde las pequeñas brujas y magos jugaban ignorando los enormes problemas que ya tocaban las puertas del Reino Blanco.

- ¿Que tendría que ver Lexostor?- Preguntó Sarah aguzando la vista entre ambas hermanas.

- No tengo la certeza, pero creo que lo involucra de alguna forma, hay una magia extraña que rodea al Rey y a la joven bruja.

- Atracción, así se llama, eso no es magia.- Escupió Sarah con impaciencia y volvió a su silla.

- A mí no me parece.- Sentenció Tituba.- Puede que haya algo de eso, pero allí hay magia, no olvidemos quienes son los padres de Lexostor.

Un silencio sepulcral se instaló en la sala, un frío repentinamente helado les calo los huesos, el aire había cambiado, dejo de ser tibio, y parecía una brisa invernal a punto de congelar todo.

Las hermanas guardaron silencio en nombre de los muertos, incapaces de decir sus nombres en voz alta, pues los nombres tienen poder.

Cuando el viento se calmó, y la brisa tibia comenzó a tocar sus viejos talones de nuevo, continuaron con la reunión.

- Aún después de tanto tiempo...- Murmuró Tituba.

- ¿Entiendes la magnitud de que esté involucrado el Rey del Norte en este asunto también? No hay chances, no puedes tocar a la joven sin que él intervenga.- Dijo Sarah enderezando la espalda y enfrentando a la abuela de la bruja en cuestión.

- Ya les dije que no quiero nada de mí nieta.

- No nos subestimes, Sarah Good, hemos sobrevivido a muchas eras juntas, y puede que tu no quieras nada, pero su madre y Nadeznha, sí.- Afirmó Tituba.

Las tres intercambiaron significativas miradas, las pupilas se chocaban con rabia, astucia y enojo.

- ¿Qué es lo que quiere Erina con la joven? Debe saber, y probablemente lo sepa, que Eileen tiene nuestro respaldo en caso de que decida ir contra ella, Dos de las Tres intecederan si se le ocurre hacerle algo, después de todo, la muchacha ha cumplido con sus deberes para con su hermandad.- Dijo Sarah, y si había algo que tenía ésta bruja, era lealtad.

- Me imagino que no querrá su don, cualquiera que sea.- Adivinó la bruja morena.

- Desconozco el don de Eileen.- Admitió Sarah con gesto amargado.- no sé si Erina la busca por eso.

- Nadie se hace pasar por muerto porque sí, y reaparece 17 años después a ocasionar el caos por nada.- Tituba estaba en medio de un ataque de rabia.- ¿Qué quiere Erina con la niña?

Ésta vez se puso de pié y caminó por alrededor de la mesa acechando a Sarah Good como si fuese una cucaracha que quería aplastar.

- La sentencia por colaborar con una traidora es la muerte, y ni tu ni nosotras estamos libres de esa ley.- Le recordó agachándose hasta que sus rostros quedaron a pocos centímetros, sacándose chispas.

- Amo a Erina, pero no apoyaría una traición.- Declaró Sarah, y muy a su pesar las otras dos brujas le creyeron, no había mentira en la magia que emanaba.

- ¿Y Nadeznha?- Preguntó Sarah Osborne.

- Hoy es el duelo, el Halloween era la fecha límite, y espero que sea uno honesto.- Algo en la mirada de Tituba indicaba una sospecha.- Nadeznha recibirá su castigo, ya sea perdiendo, o aunque gane, será Sarah quien se ocupe de llevarla al Agujero, dónde pasará allí sus días por atentar contra una hermana. Al derecho o al revés será castigada.

Si bien las Tres tenían el mismo poder, era Tituba la vocera, la que hablaba por las tres, y es que el entendimiento que manejaban traspasaba la lógica.

Sarah Osborne se puso de pié y olisqueó el aire frunciendo el ceño.

- Este Halloween está muy cargado de energía, y los excesos nunca son buenos.

- Habrá que avisar a la Capitana de Las Blancas, solo por si acaso - Convino Tituba.

- Feliz Halloween hermanas, que la magia nos acompañe.

La reunión terminó sin inconvenientes, aunque había una clara amenaza a Sarah Good si decidiese traicionar a su linaje, y una sospecha muy clara que indicaba un desastre inminente en la fecha, y quizá por eso, las brujas no alargaron la reunión y se despidieron cada una a sus puestos a aguardar por el caos.

Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora