Capítulo 51.

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Reina Eileen Good del Bosque Arlem, pov.

El calor de Saegentyal la resguardó del crudo frío montañés, estaba más que encantada de volver a ver al dragón con flamas blancas, había algo de él, y no sabía qué, que la hacía sentir cercana, lo cuál era imposible teniendo en cuenta que era la segunda vez que lo veía.

- El mundo no deja de maravillarme... Hola Saegentyal.- Pensó.

La bruja se inclinó ante él como aquella vez, y el dragón complacido entrecerro los ojos disfrutando de aquel viejo saludo, deseando que más brujas o magos lo supiesen.

- Es un placer verte de nuevo, Mystgardeal aguarda por ti, si gustas puedo llevarte.

El Rey Maxon miraba la escena con recelo, y es que no habían pronunciado palabra ninguno de los dos, sin embargo, hubo una reverencia y ahora algún intercambio más que no lograba captar.

¿Acaso la bruja?... No podía ser cierto, había dones que simplemente se habían extinto y no habían vuelto.

El enorme dragón negro gruñó en dirección al Rey de las Sombras, nuevamente se perdía de algo.

- Caminaré.- Dijo de pronto Eileen.- Iremos juntos, su alteza y yo.

Ella miro a Maxon quién le estaba dedicando una significativa mirada a Saegentyal.

- El camino puede ser muy duro.- Advirtió él.

- Créame que no le temo a la adversidad, magestad.

Y así, ella comenzó a caminar rumbo a la gran montaña, el dragón negro con un aleteo de sus alas disipó toda la nieve que caía, el viento paró y solo quedó el frío.

Eileen se quedó paralizada por un segundo,  pero luego pensó que si ella podría controlar unos rayos, ¿Porqué un dragón no podría controlar la nieve?

Estas criaturas la tenían fascinada, se imaginó viviendo aquí, observando el día a día de ellos, quería saber todo de estos seres tan poderosos e imponentes, y también se permitió albergar la esperanza de volar en el lomo de un dragón alguna vez.

Sin ventisca y nieve cayendo, el paisaje fue más claro, y así pudo ver más entradas de cavernas tenuemente iluminadas, también observó a algunas criaturas asomadas detrás de algunos arboles y pinos, pero no supo que eran.

- Sienten el poder, pero no se atreverían, no con el Rey y yo aquí.- Le informó Saegentyal, quién había permanecido de guardia a sus espaldas, y que además, no perdía de vista a Maxon.

Eileen avanzó rumbo a la montaña acompañada del Rey, sus botas iban dejando huecos a su paso.

A pesar del frío, el movimiento ayudaba a que éste no les calara los huesos, al menos a  ella.

El tiempo pasó lento pero constante, Maxon no se despegaba de su lado y en varias oportunidades sostuvo su antebrazo al tambalearse producto del cansancio.

- Le prometo que falta menos, ya casi llegamos.

Los ojos del Rey brillaban con expectativa y ansiedad.

- Sí, puedo sentirlo.

Y era impresionante.

El caudal de poder de Mystgardeal era indescriptible, era fuerte, constante pero salvaje, no había experimentado esa sensación jamás. Saegentyal era muy poderoso, pero claramente el otro dragón le llevaba mucha ventaja, ¿Acaso era más longevo? Quizá lo sabría al oírlo, había algo en la voz mental de la gente y las criaturas que podía advertirle de algunos rasgos importantes del portador.

Maxon se adelantó y plantó sus pies en el pico montañoso y llano estirando su mano hacia Eileen, por si acaso, también sus sombras resguardaron la espalda de la Reina.

Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora