Capítulo 48.

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Rey Maxon Lexostor, pov.

Finalmente la noche había llegado y Maxon  se vistió de un intenso azul como tantas otras veces, el contraste de su piel con ese color era impresionante, su enorme capa bordada en hilos de plata también.

Ideas de Melir, ¿Que le pasaba al hombrecito con las capas? Definitivamente tenía algo con ellas.

Recordó que no supo explicarle a la joven de cabello plateado porqué las usaba.

Y ahí estaba ella otra vez en sus pensamientos, había pasado un viaje muy agradable en su compañía, pero verla dormir... Le resultó fascinante.

Sobre todo porque el jamás dormía, no en lo literal de la acción, podía recostarse y reposar su cuerpo y mente, pero jamás conciliaría el sueño.

La paz en su rostro le resultó muy contagiosa, algo en el corazón del Rey se alivió al verla tan relajada y sin preocupaciones, con una conciencia limpia.

Por otra parte no quería sentirse así, no era fácil aceptar que sentía cosas después de años de soledad, sin embargo, jamás sería grosero con ella, su caballerosidad la llevaba en la sangre, como su padre.

Abotonó sus mangas frente al espejo y oyó la voz de Melir al otro lado de la puerta pidiendo permiso para pasar, al no contestar el enano entró igual.

- No te he contestado que sí- Dijo Maxon sumergido en sus pensamientos, peinando su cabello hacia atrás solo con su mano.

- ¡Por todos los enanos! ¡es tan odioso!

- Pero si solo quedas tú, entonces sería: ¡Por el enano! - se burló él.

Melir no pudo enfadarse, no sabía cuándo había sido la última vez que el amargado Rey había hecho una broma, (aunque de mal gusto), es más creía que desde que era un niño.

Maxon no se rió, aunque quería, sería demostrar demasiado frente a este entrometido.

- Veo que la joven bruja lo tiene encantado.- Melir le devolvió el ataque.

Maxon le dedicó una significativa mirada, pero el hombrecillo a ésta altura, era a prueba de balas.

- Las cosas vienen saliendo bien, mañana a primera hora iremos a ver a Mystgardeal.

- Entiendo, ¿Irá a buscarla para llevarla a la gran sala?

- Melir, no es mí esposa, esas son formalidades para quien hubiese sido la Reina del Norte.

- ¡Ah, por favor! ¿Acaso debo recordarle que es la primera vez que invita a alguien aquí? Parece que se olvidó de esa regla,  ¡Usted si que tiene la cara de piedra!

- ¿Cómo me dijo?

- Cara de piedra, o cara dura si prefiere.

Maxon largaba chispas por los ojos, pero no  acabaría con el último enano vivo, no sería responsable de acabar con una especie.

- La buscaré, ¿Que te preocupa en realidad?

- Es usted realmente obtuso.- Melir llevó su mano golpeándose la frente.- Las jóvenes miembros de la Corte que se la querrán comer viva por verla en su compañía.

- Nadie se atrevería a hacer o decirle algo, además ella es una reina también, y nada más y nada menos que del Bosque Arlem.

- No entiende a las mujeres, ¿Verdad? Por eso es un eterno soltero.

- No, no me interesan esas mujeres de la forma en la que ellas quieren, esa es la cuestión, nuestra relación es meramente política. Sin mencionar que la mayoría viene con sus esposos.

Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora