Capítulo 56.

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Capitán William James Strauss, pov.

La noche acompañó al Capitán Strauss en su trayecto por tierra desde el Puerto de Hellwitch hasta el Castillo Negro; disfrutaba mucho de la soledad nocturna, el mundo era completamente diferente en la noche, el cielo era distinto, las estrellas brillaban representando un sin fin de cosas no descubiertas, y él moría de curiosidad por aquellas que no conocía.

William era un hombre intrépido y valiente, una perdición andante para las mujeres, y es que su cabello enmarañado y dorado hacian que su bronceada piel, (producto de la vida en el mar) resaltara más. Acostumbraba a vestir camisas blancas o negras, y pantalones de cuero o chandal negro a juego. Sus anillos de oro decoraban sus manos y sus fuertes brazos que eran claramente notables incluso debajo de su ropa.

Al bajar del Barco Negro con la nota de Maxon en mano, acudió inmediatamente a rentar un caballo para poder cumplir con las órdenes den Rey del Norte, quién insistió en que le entregue personalmente el cargamento de su barco a los Reyes del Castillo Negro en el Bosque Arlem.

- Buenas noches Will.- Saludó el viejo Heimitch al verlo llegar por milésima vez a su establo por un caballo.

El hombre regordete, casi calvo y panzón no entendía cómo a esta altura no le había comprado a Sparrow, ya que siempre le pedía el mismo corsel, e incluso dejaba generosas cantidades de propina para la manutención no solo de éste, sino de todos los demás.

- Buenas noches Heimitch, ¿Cómo está Sparrow? Te ves rojo, viejo, deberías dejar un poco el vino tinto.- Comentó riéndose mientras lo palmeaba en la espalda y caminaban juntos al establo.

- ¡Ja! Es como pedirte a ti que dejes el mar o las mujeres, William, no digas estupideces niño.- Masculló el hombre riendo, su estómago subía y bajaba producto de las carcajadas.

- Debe ser por la mala fama que me haces que Florella no quiso aceptarme una copa de vino ayer.

- Te aseguro niño que tu fama la has hecho solito, y Florella quiere casarse, por eso no acepta tus tragos.

William revoleo los ojos con gesto exagerado y de horror, lo que hizo reír al hombre.

- Entonces no más invitaciones para la mesera, entendí.- El capitán negó con la cabeza fingiendo pena.

- En cada puerto ha de haber una flor, imagino que no es problema para ti, ¡Si yo tuviera ese rostro! ¡El mundo sería mí límite, muchacho!

Esta vez fue el joven quien se rió con ganas y negó nuevamente.

- No es tan así, viejo.

- Ni mucho menos.

- Ya, ya.

Pronto llegaron al lugar de Sparrow, y allí estaba el caballo favorito del joven, un hermoso semental color cobrizo, de crines largas y cabello tan resplandeciente como la luna.

- Cada vez que lo veo está mejor, Heimitch, haces bien tu trabajo, viejo borracho.

- Lo de viejo está demás.

A James le agradaba mucho el viejo Heimitch, a pesar de hacerse un poco el payaso, disfrutaba de su compañía, y tenía un tacto especial para los caballos, los animales estaban en paz a su alrededor y el gran corazón y sabiduría de éste había salvado en más de una ocasión a muchos en situación de maltrato o negligencia.

Se sabía en el reino que si alguien podía salvar a un animal era Joe Heimitch.

El capitán se acercó al caballo y lo tocó, este al sentir su mano, cerró los ojos, y luego relinchó con alegría.

Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora