Capítulo 47.

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Reina Eileen Good del Bosque Arlem, pov.

El cabello de Eileen volaba con la misma rapidez que corría su yegua, Maxon iba a la par sin perderle pisada y la miraba con una expresión divertida y desafiante.

Amó de inmediato la sensación del aire frío chocando contra sus mejillas, no lo sabía, pero había descubierto que no era muy devota del calor, su comodidad llegaba hasta la primavera, luego, prefería el invierno sin dudas, aunque en Arlem no nevaba nunca, así que guardo en el fondo de su corazón la sensación de los pequeños copos de nieve acariciando su piel y lo reconfortante que se sentía el calor de los guantes.

Aunque estaba sumamente concentrada en ganar, no pudo evitar mirar y admirar el paisaje, de hecho le pareció un cuento de hadas.

Las pequeñas cabañas tenían sus tejados cubiertos de nieve, de sus chimeneas salía un incesante humo que sin duda sería de los hogares encendidos.

No podía dejar de imaginar la sensación de estar ahí dentro de alguna casita frente al calor del fuego, comiendo galletas y tomando un enorme vaso de leche.

Las variedades de pinos la fascinaron, el olor de los árboles fue otra cosa que guardó para siempre en su memoria, era fresco, mentolado pero perfumado. Las piñas de pino caídas eran tantas que algunas llegaban hasta el sendero.

Y luego estaba el cielo, era simplemente indescifrable. Una mezcla curiosa de gris y celeste acompañado de muchas nubes que de vez en cuando se abrían para formar un claro.

Corrían más y más, a este paso cualquiera podría ser el ganador.

- ¡Tú puedes preciosa! ¡Vamos!

Animó Eileen a Mishka, la yegua que Montaba, cuyo nombre había descubierto mientras corrían.

Mishka se apresuró un poco más, y aunque el Rey Maxon quedó atrás solo un momento, rápidamente la alcanzó y se le puso a la par.

- Ya veo las flores, magestad.- Gritó el Rey con una radiante sonrisa señalando al frente.

Eileen miró frente y descubrió que la distancia era cada vez menor, y que la sonrisa del maldito hombre la había deslumbrado.

¡Ay no! Sonrió justo ahora, estamos acabadas.

Aunque no quería, Eileen se de rió con ganas con la vista fija en la meta sin dejar de acariciar las crines de la hermosa yegua.

Se acercaron a la recta final, ambos jinetes se inclinaron sobre sus caballos para obtener más velocidad, y finalmente uno de ellos tocó primero en camino de flores.

Aminoraron el paso hasta ir a la par simplemente caminando.

- Por Dios esto fue increíble si me permite decírselo.- Eileen tenía las mejillas enrojecidas producto del frío, al igual que la punta de su nariz, pero su sonrisa... Hacía mucho tiempo que no sentia una sonrisa tan genuina en su propia cara, era el reflejo de su corazón.

El Rey Maxon sacudió su cabeza sonriendo preguntándose qué clase de criatura había puesto en su camino el destino.

- Usted es increíble, magestad.- Replicó el con honestidad.

- Otra vez se burla de mí, como en Arlem, acabo de perder la carrera y me dice eso.- Fingió estar ofendida. ¿Acaso coqueteaba con él?

- Y reitero lo que dije en Arlem, no doy cumplidos o elogios a la ligera, menos a las mujeres pero usted es merecedora de ellos.

Ambos compartieron una significativa mirada, gris contra dorado.

- Fresias y coronas.- Murmuró el Rey de las Sombras perdido en esos tormentosos ojos grises.

Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora