Zackary.
Salió disparado del laberinto, la forma en la que esa bruja lo embriagó con su esencia lo había preocupado, nunca en la vida le había sucedido algo igual y estaba acostumbrado a lidiar con brujas.
El problema era que jamás se había topado con una como esta, absolutamente todas las que estaban en la fiesta el día de hoy, no eran para nada como las que acostumbraba a perseguir y asesinar.
Las otras eran de piel verdosa, espantosas, encorvadas y con verrugas, todo lo opuesto a las que estaban hoy aquí.
La mayoría parecían más hadas que brujas, y por mucho que le molestase, Zackary sabía que eran preciosas.
Claro, a excepción de aquella insufrible chica de cabello plateado, su presencia le resultaba realmente molesta y no sabía bien porqué.
Se removió incómodo el cuello de su camisa por una oleada de calor repentina, antes de entrar al gran salón vio a Robert y le comento al pasar lo sucedido, el hombre lucía de lo más divertido, lejos de estar enojado, y ésto a Zackary solo lo enfado más.
- ¿Acaso te ha hecho algún embrujo? Es una bruja Robert, son nuestras enemigas.
- Vamos, debe admitir que fue ingeniosa- Robert volvió a reír al recordarla.- Además joven príncipe, es realmente bella, ¿No lo cree?
- No la vi bien, ¡Cómo si alguien como yo se fuese a fijar en alguna de ellas! Ni siquiera está en mis planes comprometerme.
- Algún día lo hará, o dentro de poco, ya casi cumple 18 años.
- No se lo recuerdes a mí padre, sospecho que querrá usarme de conejillo de indias.
Lamentablemente Robert no le contestó, hizo una mueca con tristeza y ambos miraron el gran salón, la gente bailaba y sonreía, no parecía que había un conflicto de vida o muerte entre las naciones.
Robert se marcho a custodiar el laberinto nuevamente y dejo solo al príncipe con sus pensamientos.
Zackary observaba la fiesta con gesto indescifrable, de pronto la esencia de la joven lo golpeó de nuevo como una bola de demolición, con los ojos la buscaba pero no la hallaba, ¿Donde estaba?
Camino con mucha elegancia por el salón saludando como un caballero a todo el mundo, acompañado de su sonrisa irresistible y esa amabilidad tan característica heredada de su madre. Poco a poco se fue acercando a la esencia de Eileen y para su sorpresa se la encontró conversando con su primo William.
Su desgraciado primo.
Realmente no lo soportaba, era la clase de noble soberbio que no se ensuciaba las manos y detestaba a los pobres, además que soñaba llegar a ser rey.
¿Acaso ésta chica tenía un imán para los problemas? De todos los nobles, justo debía entablar conversación con ese.
Pero peor aún ¿A él que le importaba?
Cuando estaba por marcharse William lo llamó.- ¡Hey Zack!- Llamó su primo.
Este era su antítesis: pelo castaño, ojos café, sonrisa espantosa, y algo enano a decir verdad.Se acercó con su sonrisa más radiante a ambos, la bruja lo observaba con molestia y al parecer con ganas de largarse, al menos en eso coincidían.
-William.- Mascullo con desagrado, le caía tan mal...
- Te presento a la Condesa Eileen Good.- William estaba fascinado, la observaba como si fuese oro o peor aún, el trono.
- Hola nuevamente príncipe Zackary- Sonrió ella fingiendo demencia.
Así que entonces fingirian, perfecto, él podía hacer eso.
- Duquesa Good, es un placer conocerla, ¿A llegado bien? Espero no se haya perdido en mí palacio, es un poco grande.
Le sonrió con malicia, realmente disfrutaba molestarla.
- Para nada príncipe, ¿Necesita un abanico? Hace calor aquí.- Con miró total inocencia.
El sabía muy bien que no se refería al calor, sino a su perfume y justo en ese momento le resultó irresistible. Otra oleada lo sacudió, y de pronto su primo le molestó de sobremanera, no lo quería cerca de ella ¿Que carajos?
- Zackary.- Escucho la voz de su madre a sus espaldas.
- Magestad- Dijeron William y Eileen.
La reina les pidió a ambos que dejarán a un lado la reverencia.
- Hoy estamos como iguales - Dijo con una sonrisa encantadora.
- Es un placer conocerla- Se adelantó la joven.
- Mí tía es un encanto- Dijo William queriendo ganar algo de esa conversación.
- Gracias William, señorita Eileen, ¿Cierto?- La reina era una mujer bellísima, su cabello era color oro, acompañado de unos precioso ojos azules, sin duda el príncipe había heredado de ahí sus zafiros.
- Exactamente, en nombre de todas mis hermanas le agradezco mucho su invitación, es un privilegio estar aquí.
Zackary observaba con atención a la bruja, quién al parecer también estaba engañando a su madre.
Lo único que le pareció honesto fue su sonrisa, y no la culpaba, su mamá tenía un aura angelical, nadie podía resistirse a sus modales y a su corazón, era reconocida como una reina benevolente pero justa.
- Eileen, ¿Cierto? Tuve el placer de hablar con tu tía hace un momento.
- Mí tía Myrcela es mí madre y también mí hermana, es todo lo que tengo magestad.- La confesión enterneció a Aurora, y observo los ojos de Eileen que lucían muy brillantes.
- Vaya, veo que si. Y ella me ha hablado con mucho amor de ti.- Sonrió- Seguramente ya se conocieron, pero él es mí hijo Zackary, que no te engañe su cara malvada, es muy dulce si se lo propone.
"Pues qué mala suerte la mía, justo he caído el día en el que el príncipe se levantó se levantó con el pie izquierdo." Pensó la joven.
Ella sonrió con amabilidad a la reina pero no agrego nada.
- Espero que la fiesta sea de su agrado señorita.
Y sin darle tiempo a una respuesta, Zackary se alejó de allí, no supo porqué la busco, olvido a qué iba, pero claramente no quería ir detrás de la bruja como un idiota, y su mamá no ayudaba en absoluto, era demasiado dulce.
De repente el volumen de la música fue disminuyendo y la trompeta sonó fuerte y clara, un anuncio se avecinaba.
Zack quería escuchar muy atentamente lo que estaba por anunciar su padre, así que tomo un lugar prudente cerca del rey y de su madre.
El rey quedó en el centro rodeado de invitados.
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Fresias y coronas. (Libro 1)
Teen FictionEileen Good es la descendiente de las primeras brujas del mundo, la magia corre por sus venas así como la maldición de llevarla. Zackary Williams es el príncipe de Hellwitch, su destino es perseguir a las brujas y darles caza hasta acabarlas todas. ...