Capitulo 17.

261 22 3
                                    

Zackary pov.

La hora había llegado, después de pasarme la noche sin poder pegar un ojo, enfurecido, confundido y volviéndome loco por el perfume de la bruja, finalmente se hizo el día.

El transcurso de éste fue tedioso, firmando decretos, y un documento muy importante, el acuerdo de matrimonio entre la bruja y yo, y además el regalo de bodas, el cual trajo una discusión más, porque mí padre insistía en que fuera sorpresa, y yo me negaba rotundamente a firmar algo sin verlo.

Mí padre no me tomaría de idiota otra vez, yo viviría mí vida como me plazca, además hasta el más estúpido leería un documento antes de firmarlo.

Para evitar otra guerra, mí madre interfirió y firmó el documento a su nombre, pero dejandomelo en vida y por supuesto también después.

La idea me revolvía el estómago, le agradecí a mí mamá y me marche pero antes me dijo que quería hablar conmigo en su habitación, antes del fatídico día que se avecinaba.

Resolví unos asuntos y fui con ella.

Golpeé su puerta.

- Sólo recibiré a Zackary, y si eres tú, pasa por favor.

La voz de mí madre era realmente dulce y amable. Entré y la encontré peinándose el cabello frente a su espejo.

- Soy el único, el mismo.- Dije en media de una sonrisa.

- Sobre todo el único.- Dijo ella poniéndose de pie para abrazarme.

Permanecimos allí unos momentos pero ya me estaba incomodando y lo notó.

- ¡Serán ingratos los hijos! ¡Una padece nueve meses de incomodidades, pañales, berrinches y éstos luego no quieren ser besados o abrazados!- Su rostro era pura indignación y yo no pude menos que reírme con ganas.

Estar con mí madre siempre aliviaba mí vida, me sacaba preocupaciones de encima.

Alzó sus brazos al aire como deshaciendose de la idea.

- Tenemos que hablar, tesoro.- Mí mamá se sentó en su cama y le dio palmaditas al edredón blanco para que me siente a su lado.

Su habitación era como ella, era fresca, tenía un balcón con ventanas de vidrio, muy luminosas y transparentes, exactamente como era ella.

Suspiré y me senté, al parecer a este ritmo me convertiría en el príncipe de esquivar conversaciones.

Me senté a su lado.

"No voy a ser un cobarde de mierda." Pensé y fruncí el ceño.

- ¡Te pareces tanto a tu padre!- Me sonrió y tomo mí mano.

- Menuda alegría ese halago.- Musité amargado.

Su rostro se ensombreció un poco pero aún así no dejo de sonreír.

- No pude hacer nada para que ésto no termine así hoy...- De pronto su voz sonaba realmente triste, abatida, y sus ojos azules se enfrentaron a los míos.- La traición fue para ambos por igual.

Quería decirle tantas cosas... Realmente quería decirle que debería revelarse, ser fuerte, no dejar que mí padre haga lo que quiera con todo, pero también sabía que si tomaba ese camino, la ira se apoderaria de mí, y hoy no quería más discusiones, mucho menos con ella.

Estuve a punto de decile algo acerca de eso, pero retomó la palabra.

- Lo que ha sucedido contigo me ha dado una valiosa lección, y he tomado cartas en el asunto.- Su rostro se volvió serio, tenía la sospecha de que quizá dejaría de ser esa mujer prudente y sumisa y se volviese una con más carácter, aún así no pregunté.- ¿No quieres saber cuál es tu regalo?

- ¿El que firmaste? No, gracias.

- Pero debo decirte algo, ese será tu hogar y allí gobernadas a tú a tu antojo, con tus leyes pero también con -

- Mis obligaciones, lo sé.

Ella volvió a sonreír.

- Entonces es mí reino, bien por mí.

- Deberías prestarme más atención Zackary- Negó con la cabeza y me miró con ojos brillantes.- Más allá de eso, espero que sepas encontrar la felicidad, realmente quiero que seas feliz.

Tomo mí mano entre las suyas.

- Es una bruja mamá, las descuartizo al sur porque quieren invadirnos, ¿Es en serio?- Su comentario me había molestado, eran nuestras enemigas de antaño, ¿Cómo se supone que olvide las crueldades que hacían? Mí propia amiga, Christine, fue víctima directa de sus maldades.

- Entonces eres como tu padre, exactamente igual.- Sentenció mirándome firmemente a los ojos.

Sabía a lo que iba, yo no era como mí padre, ni por la terquedad, ni en su carácter.

- Jamás seré como mí padre.

- ¿Y entonces porqué juzgas con esa liviandad a la niña?- Sus enormes ojos azules me hicieron en jaque.

Tenía toda la razón, no debería juzgarla de esa forma, después de todo yo había demostrado ser totalmente distinto a mí padre, o al menos lo intentaba en aquellas cosas que no me gustaban.

Tomé la cabeza entre mis manos y la frustración volvió a mí, me parecía una ironía que tendría el control de mí vida solo si me casaba, hasta esa bruja desgraciada me había dicho que era suyo.

Sino me había vuelto loco era porque mantuve mí cabeza ocupada y la compañía y charla de Christine me habían ayudado un poco.

- Nunca se sabe, quizá una cosa traiga la otra. Además, tu eres lo mejor de tu padre y de mí, tu harás la diferencia, y creo que esa niña puede ayudarte, porque sin duda tiene lo suyo.

Levanté la vista y me encontré con la suya, suspiré profundamente.

- Debo ir a prepararme mamá, te veo allí, seré el de negro.- Le sonreí de lado con pocas ganas y me levanté.

- Ve, se bueno, amable, y nunca pierdas tu caballerosidad con tu esposa, te amo Zackary.

- Yo también, y gracias por todo, nunca te decepcionare.

Nos abrazamos una vez más y salí por el pasillo apurado, observé mí reloj y no me quedaba tanto tiempo, hoy comenzaba mí plan, hoy tomaría cartas en el asunto y nadie más manejaría mí vida.

Ni mi padre, ni la bruja.

Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora