Capítulo 40.

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Rey Maxon L., pov.

En su regreso a la Fortaleza Negra el Rey comenzó con el entrenamiento con sus soldados, a quienes los tenía bajo un estricto control que consistía en ejercicios físicos, de destreza y habilidad mental.

Algunos, los más particulares, habían desarrollado habilidades sobrenaturales.

Aquellos que lo habían logrado habían sido exiliados de otras tierras, hijos de brujas o magos, elfos, y otros seres híbridos. Entonces tras rigurosas pruebas eran admitidos en las filas del Rey de las Sombras y entrenados como los mejores.

El Capitán Fenebrick había sido enviado a Hellwitch a controlar lo pactado con el Rey Edward, y le convenía que haya cumplido con su palabra en el contrato, de lo contrario le cerraría las rutas marítimas imposibilitando la pesca y navegación a otros reinos.

Maxon se encontró a si mismo mirando el picaporte de la habitación que alguna vez había sido de sus padres, desde sus fallecimientos no había vuelto a abrir esa puerta... Quizá se debía a la falta de coraje, fuerza o la tristeza aplastante que lo seguía aún después de décadas.

Sintió unos pasos acercarse y se alejó de allí de inmediato, no se mostraría jamás vulnerable frente a nadie, su imágen fuerte lo acompañaba a dónde fuera, incluso puertas adentro de su castillo.

Continuó caminando hasta llegar a su despacho donde se sirvió una copa de vino tinto, su cabeza no paraba, los reyes, las fronteras, y ahora una bruja.

Se asomó por la ventana y su visión lo advirtió de una no grata compañía.

-¡¿Quién carajos la dejó pasar?!- La imponente voz se oyó por todo el castillo, y en diez segundos había bajado hasta la puerta principal a encontrarse con ella.

Melir apareció con el rostro preocupado, nunca sabía de dónde salía, pero en un segundo se materializba, cosas de enanos.

- Se ha infiltrado señor, no ha pasado por las fronteras.

Las sombras se alzaron en toda la Fortaleza Negra, y como si eso fuera posible, en pleno día se hizo de noche, escuchó del otro lado la risilla cínica de la mujer.

Un pensamiento paso fugaz: No se parecían en nada, definitivamente aunque eran familiares no tenían nada que ver entre sí.

Con su palma abierta abrió las puertas y se aseguró de resguardar todo a sus espaldas, incluyendo a Melir, nadie profanaria su hogar, jamás.

Y ésto... Esto no volvería a ocurrir.

Finalmente el rostro de Nadeznha apareció y se iluminó al verlo, una sonrisa desagradable se desplegó por sus labios carmesí, la piel de la bruja, que alguna vez fue de color marfil, ahora era del color de una aceituna, producto de la hechicera negra.

Su vestido de gaza era elegante y con un pronunciado escote, pero estaba hecho hilachas en sus piés, y su cabello era lacio y negro como su corazón.

- Maxon querido.- La bruja dio un paso al frente pero no avanzó más, en su lugar sus ojos observaban alrededor del Rey, como si pudiera ver algo.

- Largo.- Sentenció Maxon y avanzó, pero ella retrocedió.

Nadeznha retorció sus dedos y frunció el ceño, tenía la apariencia de alguien que había perdido el juicio.

- Tuve que hacerlo, Sarah me obligó.- se defendió con torpes palabras.

- Hace muchos años que Sarah no puede obligarte a nada.

Ella lo desafió con la mirada, y comenzó a reírse históricamente.

"Por Dios, quiero morirme y no resucitar, ¿Porqué carajos me persiguen los locos?" Pensó él al borde del colapso.

- Tengo planes enormes, y debía comenzar con ella... Ya sabes, mí prima.- Dijo con desprecio y llevó una mano a su boca y comenzó a comerse una uña.- Lo que no sabía es que me metía con el Rey del Norte, y supe de una profecía...- al final su voz parecía un ronroneo.

Se acercó con cautela y cuando trató de tocar a Maxon una sombra de enroscó en su cuello como una serpiente, la elevó hasta que sus pies no tocaron el suelo y su garganta se cerraba.

- Ya sé que no sabes nada de la profecía, lo veo todo.

La voz de él se oía calma, pero en el fondo quería destriparla.

Nadeznha era despreciable desde que la conocía, había tratado por años de descubrir los poderes de él, y jamás dio en el clavo, lo oscuro la atraía, y por eso había acabado de esa manera, y peor aún, causaba problemas.

Y Maxon no necesitaba más problemas.

Nadeznha se retorcía tratando de tomar la sombra en su cuello con sus dedos, pero no podía, era un lazo chato como un tatuaje pero realmente firme, y en su retorcida mente, disfrutaba de sentir los poderes Rey Lexostor en persona, la oscuridad la aplastaba y le encantaba.

- No... No sabía que... Que tendría algo que... ver contigo...- Logró decir con esfuerzo.- ¿Porqué ella? ...- se ahogó otro poco y una lágrima comenzó a rodar por su mejilla.

Los guardias se hicieron presentes, y al frente de ellos estaba de regreso el Capitán Fenebrick.

Con un chasquido, el Rey hizo que la bruja cayera y se retorciera en busca de aire.

- Recoveratio.- Susurró y de un segundo a otro estaba como si nada, pero estaba inmovilizada, las sombras la tenían atrapada como telarañas que se pegaban a su cuerpo desde todas partes.

Comenzó a reírse con histeria y negó con la cabeza.

- Nadie puede contra el gran Rey Maxon, sin embargo, mí prima es la Reina de Arlem y no del Norte, un hechizo pudo alterar el curso de las cosas; y sabe que cada una de nosotras tenemos una esencia particular.

Súbitamente su cuerpo de estrello contra el suelo helado del castillo. Sabía que sino le decía algo relevante al rey, no le quedaban más segundos de vida.

- Fresias y coronas, magestad.

Nadeznha escondió su rostro entre sus harapos.

Los ojos de Maxon se abrieron de par en par, ¿Cómo demonios sabía eso ella?

Esas mismas palabras, las que le dijo su madre en su lecho de muerte y jamás había comprendido que quería decir hasta ahora, y peor aún, por primera vez en mucho tiempo Maxon estaba preocupado.

Nadie estaba en la habitación ese día, sólo el y su madre, entonces, ¿Cómo sabía Nadeznha eso?

Quebró su hombro y la bruja gritó de dolor.

Miró al Capitán Fenebrick y le ordenó llevarla a las celdas bajo tierra, también le indicó que aten sus manos y pongan vendas en sus ojos, así evitarían que pueda hacer magia.

Nadeznha gritaba de dolor y rabia, lanzando insultos irrepetibles y maldiciendo a todos mientras luchaba por liberarse inútilmente.

Luego de unos minutos la sala quedó vacía y solo Melir seguía allí.

Ambos se miraron significativamente.

- Un dragón cuidó mí espalda al volver, una bruja repite palabras de...

Desvío la mirada hacia la gran entrada.

- Parto de inmediato al Bosque Arlem, avisa a Fenebrick que lleve a Nadeznha al Reino Blanco, no la quiero aquí, nada de lo que ha pasado tiene sentido, mucho menos entregarse de esa forma.

Melir asintió y corrió en dirección a donde habían ido los soldados.

- Esto es peor de lo que suponía.- Susurró y salió disparado a prepararse para su viaje.












Ok, ok :) no me maten pero estoy con unos días en los que no paro y me cuesta actualizar xD jajajaja

Finalmente la villana Nadeznha ha aparecido, recordemos que hubo mención de ella en el primer capítulo de ésta historia.

El entramado final comienza... 👀🌝

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Gracias totales! 🤗💕



Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora