Rey Maxon L., pov.
El castillo de Hellwitch, como era de esperarse, se encontraba bastante lejos del pueblo, estratégicamente ubicado para que la vista sea bonita y no se arruinara con las penurias de la gente.
Este pensamiento provocó en Maxon el deseo urgente de cazar al infeliz de Edward por el cuello y hacerlo comer la basura que su reino repartía allí y la hacía pasar por comida.
A la tarde llegó junto con su comitiva, debía admitir que el cielo en el Sur a esta hora de la tarde era una cosa bella de admirar, la forma en la que el rosa y el naranja se combinaba le pareció exquisita, digna de pintarse.
Podría pintarlo, quizá.
Quizá no, eso sería adular a Hellwitch, y ni muerto haría eso.
Uno de sus soldados se llevó su caballo, y dos más lo siguieron hasta la puerta en donde fue anunciado, rápidamente las compuertas se abrieron y el panzón Hellwitch le dio una cálida pero hipócrita bienvenida.
- ¡Bienvenido seas Maxon! ¡Es una alegría tenerte en mí castillo! Siéntete como en casa.- el Rey le tendió la mano y éste la miró con desprecio.
- Por favor, no comencemos con estupideces, te conozco desde más tiempo del que quisiera, y sé que no te alegra una mierda que esté aquí, Hellwitch.
La falsa sonrisa del Rey anfitrión se cayó y en su lugar una expresión sería y soberbia se plantó.
- Y para ti soy Rey Lexostor, no me tutees o te arranco la cabeza.
Un brillo asesino paso por su mirada dorada, una vieja promesa que seguía viva, y Edward no era tan estúpido para tentar su suerte.
Alzó las manos en señal de rendición sin dejar de mirarlo.
- Rey Lexostor, en breve comienza la reunión, póngase cómodo, mí sirviente le ha preparado una habitación.
- No será necesario, al terminar me largo.
Pasó a largas y fuertes zancadas por al lado del Rey Edward y avanzó tratando de ir a alguna parte lejos de ese inmundo hombre, pero una conversación lo saco de sus pensamientos.
Era la voz del vejestorio verde de Richmond, se asomó y no lograba ver, pero creyó oír una voz femenina.
- Su visita es todo un placer, magestad.- Ronroneó hacía la mujer.
- No vuelva a mirarme de esa forma tan repugnante o lo va a lamentar.- La voz de mujer, quien parecía joven se oía con fuerza y autoridad.
¡Vaya! al parecer había alguien que valía la pena aquí, ya había sumado un punto solo con haber puesto en su lugar a Richmond.
- ¡Vaya! ¡Qué carácter tiene la reina!- La voz del infeliz casi lo hizo querer ahorcarlo.
¿¿¿Reina???
¿Acaso era la Reina Eileen Good, de la que le había hablado Sarah?
Salió eyectado hacía las voces y fueron los ojos de Richmond los que salieron de sus ejes al verlo, el terror personificado.
Le agradaba ese efecto en ese gusano, lo disfrutaba.
Y allí de pié, estaba la joven intrépida.
Apretó el yelmo en su mano con fuerza, algo recorrió su espina dorsal, como un escalofrío.
¿Sería su magia? No había dudas que destilaba magia blanca como rayos de luz, era tan luminosa...
Siguiendo la mirada de Richmond se giró hasta encontrarse conmigo.
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Fresias y coronas. (Libro 1)
Teen FictionEileen Good es la descendiente de las primeras brujas del mundo, la magia corre por sus venas así como la maldición de llevarla. Zackary Williams es el príncipe de Hellwitch, su destino es perseguir a las brujas y darles caza hasta acabarlas todas. ...