Capítulo 52.

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Rey Maxon Lexostor, pov.

Las palabras de Mystgardeal quemaban en la mente del Rey de las Sombras, sus ojos, producto de la ira, se habían oscurecido un poco más.

Su sombra era aún más negra si eso era posible, por un momento se ensimismo tanto que olvidó que la joven bruja estaba sentada a su lado en el gran salón, ya habían regresado y bebían té caliente que Melir había traído de inmediato.

Sacudió su cabeza y volteó a mirarla, al parecer ella también tenía sus propias preocupaciones, y no era para menos, sobre todo teniendo en cuenta que el Gran Dragón le dijo algo más al final, que hizo que los ojos de la joven se agranden un poco.

- Lo siento.- Se disculpó él con una expresión amargada.

Ella pareció volver de algún lado y fijó sus ojos en él, había descubierto que éstos estaban más oscuros que lo usual, definitivamente las emociones alteraban sus colores, el Rey Maxon parecía verse amargado desde su regreso.

Ella le sonrió a medias, como restándole importancia.

- En todo caso, yo estoy igual que usted.

No fue capaz de decir nada más, sus ojos viajaron hasta el hogar y se concentró en las llamas ardientes de los leños.

- Mí única familia es mí tía Myrcella, la bruja de cabello rojizo, cuando Mystgardeal mencionó la palabra muerte en su profecía, el verdadero terror invadió mí corazón.

Eileen no supo cómo, pero las palabras salieron solas de su boca, casi sin poder evitarlo. Le daba la sensación de que el Rey tenía algo que le hacía hablar demás.

Él se acomodó un poco en el enorme sillón y enderezó su cuerpo.

- No debería, dudo que a una bruja de su estirpe cometa un descuido tal que provoque eso.

Los ojos de Maxon eran dorados de nuevo, se habían suavizado, aunque su ceño seguía fruncido.

- Nadie está exento de la muerte, magestad.- Admitió ella con amargura.

- Por supuesto que no, pero no me parece que sea su caso.

Algo en la mirada de él, le sugirió que quizá sabía algo más. Quiso preguntarle, pero el desvío la mirada al fuego, nuevamente no podía contarle el porqué, así como tampoco se sabía qué era exactamente el Rey Lexostor.

- Sin embargo, nuestro destino está entrelazado.- Musitó él, y las llamas parecieron crecer un poco más.- El Rey Zackary Hellwitch pensó que yo me robaría a su esposa.- Sus ojos se posaron en los de ella.- No pude probar una teoría que tenía, sin embargo magestad, no dudo que usted tiene algo que hacer en mí reino.

La mirada de él se volvió levemente más dura y ella se enderezó alzando la barbilla.

- No tengo intención de invadirlo.- Replicó ella de inmediato.

El un tanto sorprendido abrió los ojos y alzó una mano negando con la cabeza.

- No pensé eso, simplemente no entiendo entonces que papel cumplimos y eso me inquieta.- Confesó un poco más relajado.- ¿Se acuerda que gané muestra carrera de caballos?- Una sonrisa torcida comenzó a asomarse por el rostro del Rey.

- Por supuesto que sí, lo recuerdo.- Detestaba perder, pero lo recordaba.

- Ya decidí qué quiero de premio.

- Dígame.

Maxon se inclinó levemente hacia Eileen, sin embargo ella conservó su postura erguida como la Reina que era.

- Es bienvenida a mí Reino cuando lo necesite, y será un placer recibirla.

Algo especial se sintió en el aire y Eileen parpadeó varias veces tratando de captar qué era. Por un segundo pareció un hechizo, aunque de ser así ella lo hubiese notado de inmediato, fue algo más, algo que sintió pero no entendió.

Aún sorprendida le contestó.

- El placer será mío Rey Maxon.

Más allá de la profecía de Mystgardeal, el Rey de las Sombras se sentía atraído por ella, su plateado cabello trenzado, la forma en la que enfrentaba la vida, todas esas cualidades lo atrapaban, se veía así mismo expectante de ella, deseaba sorprenderla, mostrarle cosas grandiosas... Sin embargo no podía ofrecerle nada más, ella no le pertenecía.

Si tan solo la hubiese conocido antes... Pero el destino era un traidor y sintió más que nunca que su destino en esas heladas tierras deberían ser solitarios.

El resto de la tarde pasó, también llego la noche y la cena. Al otro día en la mañana, Eileen partiría hacía el Castillo Negro, en el Bosque Arlem.

Maxon daba vueltas en su cama, era un hecho que no necesitaba dormir, pero recostarse en silencio y oscuridad lo ayudaba a descansar su mente.

Luego de lo que le parecieron varias horas, decidió levantarse, tomó su bata negra de seda que le llegaba a los pies y fue a la biblioteca en busca de algo que leer, aunque no encontró solitarios tomos allí, sino a Melir prácticamente desnucado en un taburete con la boca abierta profundamente dormido.

La cara del enanito le pareció desopilante, aunque jamás se reiría delante de él.

Melir roncó fuertemente, y fueron sus propios ronquidos los que lo despertaron, y se puso derecho al ver a Maxon allí.

- Magestad.- Dijo él acomodando su barba y ropa.

- La biblioteca es para leer, no para dormir, Melir.- Lo acusó con el rostro severo.

- Descuide, ya he dormido antes aquí.

- ¿Cómo dices?

- Es aquí a dónde vengo a trabajar en la noche y aveces me duermo.- Dijo encogiendose de hombros.

- Tenemos una invitada, mira si entrara y te ve babeando como te vi yo.

- Yo no babeo.- Se molestó el hombrecillo frunciendo el ceño.

- Mí palabra contra la tuya.

- Es usted un mentiroso entonces.

- Por Dios, voy a extinguir a los enanos.

Para su sorpresa Melir se río un poco, aunque él lo miraba molesto.

- En realidad usted quería ir a la habitación de la joven, ¿Cierto?

A Maxon casi le da algo y la rabia comenzó a brotarle por el cuerpo.

- ¿Por quién me tomas?

- Clama hombre, no imagine cosas que no son, pero no quiere dejarla ir, lo veo en sus ojos.

- No hay razones para que se quede.

- Pero sí para que vuelva.

- ¿Cuáles?- Preguntó él con escepticismo.

- Usted y mis postres.- Admitió Melir cruzando sus brazos y sonriendo.- pero sobre todo usted, llámale destino o como desee pero será inevitable.

Maxon no le contestó en absoluto, en su lugar se dio media vuelta para irse de nuevo a su habitación.

- Sé lo que hizo.- Habló Melir antes de que el Rey abriera la puerta.- La invitación.

Maxon se detuvo pero no contestó de inmediato.

- Solo por si acaso.

Y así abandonó la biblioteca, y su fiel compañero esperaba que no llegara ese día en el que la joven aceptará la invitación,  porque sabía que su regreso sería bajo circunstancias no tan gratas como ésta.
















Hola a todoooos/as 🖤 He aquí el capítulo!

Bueno acá ya tenemos un indicio del futuro 👀 Melir nos acaba de tirar tremenda pista!!

¿Qué opinan de Melir? Yo creo que le saca lo amargado a su Rey. JAJAJAJAJAJAJA 🖤

Los/as leo 💕 como siempre es un placer y muchísimas gracias! 💓💓




Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora