Capitulo 21.

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Zackary pov.

Mandé a llamar de inmediato a la tía de Eileen, esa mujer Myrcella, por algún motivo no terminaba de caerme bien.

La bruja dormía plácidamente en la habitación matrimonial azul, claramente no dormiríamos juntos así que la habitación sería toda suya.

Me quedé a su lado y la observé con cuidado, llevaba pantalones de cuero y una camisa de lino blanca arremangada a la altura de sus codos, las botas de montar se las había sacado y su cabello ceniciento cubria la totalidad de la almohada.

Su esencia se sentía pura, ¿Significaría eso que estaba bien de salud? Imposible saberlo a ciencia cierta, lo que si podía notar era que no tenía heridas, al menos no externas.

La curiosidad me carcomia el cerebro, quería saber que le pasaba a su brazo, no se me pasaron desapercibidas las muecas de dolor que hizo durante la celebración de la boda, e incluso antes de que aparezca su desgraciada abuela.

Acaso... ¿Su abuela le había hecho eso? No sería capaz... ¿O sí?

La ira quemó mí sangre súbitamente, mí cerebro conectando las cosas, quizá era por eso que ella estaba tan enojada y reaccionó de tan mala manera cuando se burló de nosotros en la entrada del palacio.

¿Pero a mí que me importaba? Era asunto de brujas.

Quise corroborar la herida, ver cómo era, y justo cuando estaba por hacerlo la puerta de la habitación se abrió de par en par.

La mujer pelirroja apareció con el rostro distorsionado y otro hombre de cabello castaño atrás suyo. Me ignoró completamente y se arrodilló frente a Eileen.

El joven me hizo un leve asentimiento y se presentó.

- Rey Zackary, soy Ethan Black, amigo de Myrcella y Eileen.- me tendió la mano y me saludo con fuerza.

Me agrado de inmediato, y no solía equivocarme con la gente.

- Un gusto Ethan, eres bienvenido cuando quieras.

- ¿Yo no?- Masculló la bruja y se puso de pié frente a mí, su rostro rebozada rabia.

- Ni siquiera me saludaste, te recuerdo que estás en mí palacio.- respondí con desdén.

- Niño arrogante, si me entero que le hiciste algo a Eileen no tendrás reino que gobernar.- Me amenazó clavando su dedo índice en mí pecho.

Tomé un paso de distancia y cerré mis manos en puños preso del coraje. ¿Quién se creía esta mujer?

- Seguramente harás algo como cuando le sucedió lo del brazo, ¿No?

Le dí en el clavo, su cara paso de la ira al dolor en un segundo, llevo una mano al pecho tratando de olvidar aquello.

- No sabes nada.

- O tal vez sí.- Le dedique una amarga sonrisa- Yo no le he hecho daño, hice un juramento.

- Tu padre prometió muchas cosas y aquí estamos.- la rabia cortó su voz.

- No soy como mí padre, y espero que tu no seas como la desgraciada de Sarah porque no habrá paz que valga.

La amenza quedó flotando en el aire, tal así que se podría cortar con un cuchillo, y hablaba muy en serio cuando decía que esa malvada mujer no se atreviera a atacar mí reino, porque lo defendería con todo lo que tenía

Tragó fuertemente, miró a la bruja y volvió a mirarme.

Ethan se recostó en la puerta con el ceño fruncido y sus brazos cruzados.

Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora