Capitulo 20.

261 20 2
                                    

Eileen pov.

Otro relámpago más, lo esquivé a la misma velocidad que la gárgola lo había lanzado.

Animales del demonio, no entendía qué estaban haciendo aquí, no era como si vivieran por estos lados, alguien los había mandado.

Observé a Zackary que se había refugiado detrás de un enorme pino, sentía su escudo firme a mí alrededor, así que no estaba lastimado, por ahora.

Que hermosa luna de miel, sin duda inolvidable, a mitad del camino al Bosque Arlem siendo atacados por estas criaturas nefastas.

Estaba hartándome, había tenido un día de mierda, todo el día usando magia y ahora que me había recuperado estaba en la lucha de nuevo.

Tenía entendido que el fuerte de Zackary eran las espadas, pero por arte de magia tenía un arco y flecha.

Salí de mí escondite y lancé un hechizo con mí dedo el cual esquivó.

- Baja de ahí bestia inmunda.- grité tan fuerte que el cielo tronó de nuevo.

Me lanzó otro trueno pero esta vez fue el escudo el que lo recibió.

Una flecha de Zackary voló directo a la gárgola, ésta gritó de dolor y comenzó a caerse del cielo en picada.

El rey era realmente bueno, tenía una puntería letal, un recuerdo acerca de que podía bajar brujas desde el aire me estremeció.

Me acerqué a la criatura moribunda, él también.

- Las gárgolas eran brujas que vendieron su alma a cambio de cosas imposibles y estúpidas,- le expliqué.

La observó con asco, y yo solo me reí.

- Me provocan lo mismo.- coincidí.

- Asquerosos traidores, no serán nuestros reyes.- escupió la moribunda gárgola.

La miré un poco más, sus alas mal trechas y su piel verdosa la hacían ver deplorable, pero yo sabía muy bien de lo que eran capaces, una espina de esas puntiagudas alas y la infección podía ser letal.

- Descansa en paz.- Y suavemente dejé que mí luz llegue a ella, lanzó un llanto de dolor y despareció.

Luego, en el aire se escuchó un "gracias" tan suave como una caricia.

- ¿Porqué te agradeció?- Zackary miraba a su alrededor aún buscando rastros de aquella criatura.

- Son esclavas de sus elecciones, sin embargo viven en la miseria luego de cambiar su naturaleza, y al final, cuando su alma vuelve a su estado natural, se liberan.

Él asintió con la mirada fija en algún punto del bosque.

- Así que a ti también te toca eliminarlas.- Murmuró el metido en sus pensamientos, la tenue luz de la luna iluminaba sus ojos azules, su cabello negro y ese perfil perfectamente asimétrico.

- Prefiero pensar que las ayudo a pasar a una mejor vida, como ella.- y señalé el aire.

Solo se escuchaban los grillos y el susurro de algún otro animal.

No podía dejar de preguntarme acerca del escudo que había puesto en mí, miré mí muñeca con disimulo y miles de preguntas.

Cuando levante la vista el estaba observándome fijamente, estudiando cada movimiento.

- Quizá algún día pueda explicártelo.- No era una promesa, pero tampoco me cerraba las puertas de su vida en la cara.

- Los secretos de nuestros padres no siempre nos pertenecen, está bien si decides no compartirlos- Susurré e ignore la punzada en mí pecho a la idea de que él no se abriera conmigo.

Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora